Brastra.gif (4376 bytes)

Presid�ncia da Rep�blica
Casa Civil
Subchefia para Assuntos Jur�dicos

DECRETO No 42.628, DE 13 DE NOVEMBRO DE 1957.

 

Promulga a Conven��o sobre Asilo Diplom�tico, assinada em Caracas a 28 de mar�o de 1954.

O PRESIDENTE DA REP�BLICA,

Havendo o Congresso Nacional aprovado, pelo Decreto Legislativo n� 13, de 11 de junho de 1957, a Conven��o S�bre Asilo Diplom�tico, assinada em Caracas, a 28 de mar�o de 1954; e

Havendo sido ratificada pelo Brasil, por Carta de 25 de junho de 1957; e tendo sido depositado, a 17 de setembro de 1957, junto a Uni�o Pan-americana, em Washington o Instrumento brasileiro de ratifica��o da referida Conven��o.

DECRETA que a mencionada Conven��o apensa por c�pia ao presente Decreto, seja executada e cumprida t�o inteiramente como nele se cont�m.

Rio de Janeiro, em 13 de novembro de 1957; 136� da Independ�ncia e 69� da Rep�blica.

JUSCELINO KUBITSCHEK
Jos� Carlos de Macedo Soares

Este texto n�o substitui o publicado no DOU de 19.11.1957.

CONVENCI�N S�BRE ASILO DIPLOM�TICO

Los gobiernos de los Estados Miembros de la Organizaci�n de los Estados Americanos, deseosos de concertar una Convenci�n s�bre Asilo Diplom�tico, han convenido en los siguientes art�culos:

Art�culo I

El asilo otorgado em legaciones, navios de guerra y campamentos o aeronaves militares, a personas pers�guidas por motivos o delitos pol�ticos, ser� respetado por el Estado territorial de acuerdo com las disposiciones de la presente Convenci�n.

Para los fines de esta Convenci�n, legaci�n es todo sede de misi�n diplom�tica ordinar�a, la residencia de los jefes de misi�n y los locales habilitados por ellos para habitaci�n de los asilados cuando el n�mero de �stos exceda de la capacidad normal de los edif�cios.

Los navios de guerra o aeronaves militares que estuviesen provisionalmente em ast�leros, arsenales o talleres para su reparacion, no pueden constituir recinto de asilo.

Art�culo II

Todo Estado tiene derecho de conceder asilo; pero no est� obligado a otorgarlo ni a declarar por qu� lo niega.

Art�culo III

No es l�cito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitalo se encuentren inculpadas o procesadas em forma ante tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes, o �st�n condenadas por tales delitos y por dichos tribunais, sin haber cumplido las penas respectivas, ni a los desertores de fuerzas de tierra, mar y aire, salvo que los hechos que votivan la solicitud de asilo, cualquiera que sea el caso, revistam claramente car�acter pol�tico.

Las personas comprendidas en el inciso anterior que de hecho penetrarem em um lugar adecuado para servir de asilo deber�n ser invitadas a retirarse o, seg�n el caso, entregadas al gobierno local, que no podr� juzgarlas por delitos pol�ticos anteriores al momento de la entrega.

Art�culo IV

Corresponde al Estado asilante la calificaci�n de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecuci�n.

Art�culo V

El asilo no podr� ser concedido sino em casos de urgencia y por el tiempo estrictamente indispensable para que el asilado salga del pa�s com las seguridades otorgadas por el gobierno del Estado territorial a fin de que no peligre su vida, su libertad o su integridad personal, o para que se ponga de outra manera em seguridad al asilado.

Art�culo VI

Se entienden como casos de urgencia, entre otros, aqu�llos en que el inddividuo sea perseguido por personas o multitudes que hayan escapado al control de las autoridades, o por las autoridades mismas, as� como cuando se encuentre em peligro de ser privado de su vida o de su libertad por razones de persecuci�n pol�tica y no pueda, sin riesgo, ponerse de outra manera em seguridad.

Art�culo VII

Corresponde al Estado asilante apreciar si se trata de un caso de urgencia.

Art�culo VIII

El agente diplom�tico, jefe de navio de guerra, campamento o aeronave militar, despu�s de concedido el asilo, y a la mayor brevedad posible, lo comunicar� al Ministro de Relaciones Exteriores del Estado territorial o a la autoridad administrativa del lugar si el hecho hubiese ocurrido fuera de la Capital.

Art�culo IX

El funcionario asilante tomar� em cuenta las informaciones que el gobierno territorial le ofrezca para normar su criterio respecto a la naturaleza del delito o de la exist�ncia de delitos comunes conexos; pero ser� respetada su determinaci�n de continuar ei asilo o exigir el savocondueto para el perseguido.

Art�culo X

El hecho de que el gobierno del Estado territorial no est� reconocido por el Estado asilante no �mpedir� la observancia de la presente Convenci�n, y ning�n acto ejecutado em virtud de ella �mplica reconocimiento.

Art�culo XI

El gobierno del Estado territorial puede, en cualquier momento, exigir que el asilado sea retirado del pa�s, para lo cual deber� otorgar um salvo-conducto y las garantias que prescribe el art�culo V.

Art�culo XII

Otorgado el as�lo, el Estado asilante puede pedir la sal�da del asilado para territorio extranjero, y el Estado territorial est� obligado a dar inmediatamente, salvo caso de fuerza mayor, las garantias necessarias a que se refiere el art�culo V y el correspondiente salvoconducto.

Art�culo XIII

Em los casos a que se refieren los art�culos anteriores, el Estado asilante puede exigir que las garant�as sean dadas por escrito y tomar em cuenta, para la rapidez del viaje las condiciones reales de peligro que se presenten para la salida dei asilado.

Al Estado asilante de corresponde el derecho de trasiadar al asilado fuera del pa�s. El Estado territorial puede se�alar la ruta preferible para la salida del asilado, sin que ello �mplique determinar el pa�s de destino.

Si el as�lo se realiza a bordo de navio de guerra o aeronave militar la salida puede efectuarse en los mismos, pero cumpliendo previamente con el requisito de obtener el respectivo salvoconduto.

Art�culo XIV

No es imputable al Estado asilante la prolongaci�n del asilo ocurrida por la necesidad de obtener las informaciones indispensables para juzgar la procedencia del mismo, o por circunstancias de trecho que pongan em peligro la seguridad del asilado durante el trayecto a un pa�s extranjero.

Art�culo XV

Cuando para el traslado de un asilado a outro pa�s fuere necesario atravesar el territorio de un Estado Parte en esta Convenci�n, el transito ser� autorizado por �ste sin outro requisito que el de la exhibicti�n, por via diplom�tica, del respectivo salvo-conducto visado y con la constancia de la calidad de asilado otorgada por la misi�n diplom�tica que acord� el asilo.

En dicho tr�nsito, al asilado se le considerar� bajo la proteccion del Estado asilante.

Art�culo XVI

Los asilados no podr�n ser desembarcados en ning�n punto del Estado territorial ni en lugar pr�ximo a �l, salvo por necessidade de transporte.

Art�culo XVII

Efectuada la salida del asilado, el Estado asilante no est� obligado a radicarlo en su territ�rio; pero no podr� devolverlo a su pa�s de origen, sino cuando concurra voluntad expresa del asilado.

La circunstancia de que el Estado territorial comunique al funcionario asilante su intenci�n de solicitar la posterior extradici�n del asilado no perjudicar� la aplicaci�n de dispositivo alguno de la presente Convenci�n. Em este caso, el asilado permanecer� radicado en el territorio del Estado asilante, hasta tanto se reciba el pedido formal de extradici�n, conforme com las normas jur�dicas que rigen esa instituci�n en el Estado asilante. La vigilancia sobre el asilado no podr� extenderse por m�s de treinta dias.

Los gastos de este traslado y los de radicaci�n preventiva corresponden al Estado solicitante.

Art�culo XVIII

El funcion�rio asilante no permitir� a los asilados praticar actos contrarios a la tranquilidad p�blica, ni intervenir en la pol�tica interna del Estado territorial.

Art�culo XIX

Si por causa de ruptura de relaciones el representante diplom�tico que ha otorgado el asilo debe abandonar el Estado territorial, saldr� aqu�l con los asilados.

Si lo establecido en el inciso anterior no fuere posible por motivos ajenos a la voluntad de los asilados o del agente diplom�tico, deber� �ste entregarlos a la representaci�n de un tercer Estado Parte en esta Convenci�n, con las garantias establecidas en ella.

Si esto �ltimo tampoco fuere posible, deber� entregarlos a un Estado que no sea Parte y que convenga en mantener el asilo. El Estado territorial deber� respetar dicho asilo.

Art�culo XX

El asilo diplom�tico no estar� sujeto a reciprocidad.

Toda persona, sea cual fuere su nacionalidad, puede estar bajo la protecci�n del asilo.

Art�culo XXI

La presente Convenci�n queda abierta a la firma de los Estados Miembros de la Organizaci�n de los Estados Americanos, y ser� ratificada por los Estados signatarios de acuerdo con sus respectivos procedimientos constitucionales.

Art�culo XXII

El instrumento original, cyos textos em espanol, franc�s, ingl�s y portugu�s son igualmente aut�nticos, ser� depositado en la Uni�n Panamericana, la cual enviar� copias certificadas a los gobiernos para los fines de su ratificaci�n. Los instrumentos de ratificaci�n ser�n depositados en la Uni�n Paramericana y esta notificar� dicho dep�sito a los gobiernos signatarios.

Art�culo XXIII

La presente Convenci�n entrar� en vigor entre los Estados que la ratifiquen en el orden em que depositen sus respectivas ratificaciones.

Art�culo XXIV

La presente Convenci�n regir� indefinidamente, pero podr� ser denunciada por cualquiera de los Estados signatarios mediante aviso anticipado de un a�o, transcurrido el cual cesar� en sus efectos para el denunciante, quedando subsistente para los dem�s Estados signatarios. La denuncia ser� transmitida a la Uni�n Panamericana y esta la comunicar� a los dem�s Estados signatarios.

RESERVAS

Guatemala

Hacemos reserva expresa del art�culo II em cuanto declara que los Estados no est�n obligados a otorgar asilo; porque sostenemos um concepto amplio y firme del derecho de asilo.

Asimismo hacemos reserva expressa del �ltimo p�rrafo del art�culo XX (veinte), porque mantenemos que toda persona, sin discriminaci�n alguna, est� bajo la protecci�n del asilo.

Uruguay

El gobierno del Uruguay hace reserva del art�culo II em la parte en que estabelece que la autoridad asilante, en ning�n caso est� obligada a conceder asilo ni a declarar por qu� lo niega. Hace asimismo reserva del art�culo XV em la parte en que estabelece: ..."sin otro requisito que el de la exhibici�n, por via diplom�tica, del respectivo salvoconducto visado y con la constancia de la misi�n diplom�tica que acord� el asilo. Em dicho tr�nsito, al asilado se le considerar� bajo la protecci�n del Estado asilante". Finalmente, hace reserva del segundo inciso del art�culo XX pues el gobierno del Uruguay entiende que todas la personas, cualquiera sea su sexo, nacionalidad, opini�n o religi�n, gozan del derecho de asilarse.

Rep�blica Dominicana

La Rep�blica Dominicana suscribe la anterior Convenci�n com las reservas siguientes:

Primera: La Rep�blica Domin�cana no acepta las disposiciones contenidas en los art�culos VII y sigulentes en lo que respecta a la calificaci�n unilateral de j� urgencia por el Estado asilante;

Segunda: Las disposiciones de esta Convenci�n no son aplicables, en lo que a la Rep�blica Dominicana concierne, a las controversias que puedan surgir entre el Estado territorial y el Estado asilante, y que se refieran concretamente a la falta de seriedad o a la inexistencia de uma verdadera acci�n persecutoria contra el asilado por parte de las autoridades locales.

Honduras

La delegaci�n de Honduras suscribe la Convenci�n sobre Asilo Diplom�tico com las reservas del caso respecto a los art�culos que se opongan a la Constitucion y a las leyes vigentes de la rep�blica de Honduras.

EM FE DE LO CUAL, los Plenipotenciarios infrascritos, presentados sus plenos poderes, que han sido hallados en buena y debida forma, firman la presente Convenci�n en nombre de sus respectivos gobiernos, en la ciudad de Caracas, el d�a velntiocho de marzo de mil novecentos cincuenta y cuatro.

 CONVEN��O S�BRE ASILO DIPLOM�TICO

Os Governos dos Estados Membros da Organiza��o dos Estados Americanos, desejosos de estabelecer uma Conven��o s�bre Asilo Diplom�tico, convieram nos seguintes artigos:

Artigo I

O asilo outorgado em lega��es, navios de guerra e acampamentos ou aeronaves militares, a pessoas perseguidas por motivos ou delitos pol�ticos, ser� respeitado pelo Estado territorial, de ac�rdo com as disposi��es desta Conven��o.

Para os fins desta Conven��o, lega��o � a sede de t�da miss�o diplom�tica ordin�ria, a resid�ncia dos chefes de miss�o, e os locais por �les destinados para �sse efeito, quando o n�mero de asilados exceder a capacidade normal dos edif�cios.

Os navios de guerra ou aeronaves militares que se encontrarem provis�riamente em estaleiros, arsenais ou oficinas para serem reparados, n�o podem constituir recinto de asilo.

Artigo II

Todo Estado tem o direito de conceder asilo, mas n�o se acha obrigado a conced�-lo, nem a declarar por que o nega.

Artigo III

N�o � licito conceder asilo a pessoas que, na ocasi�o em que o solicitem, tenham sido acusadas de delitos comuns, processadas ou condenadas por �sse motivo pelos tribunais ordin�rios competentes, sem haverem cumprido as penas respectivas; nem a desertores das f�r�as de terra, mar e ar, salvo quando os fatos que motivarem o pedido de asilo seja qual f�r o caso, apresentem claramente car�ter pol�tico.

As pessoas mencionadas no par�grafo precedente, que se refugiarem em lugar apropriado para servir de asilo, dever�o ser convidadas a retirar-se, ou, conforme o caso, ser entregues ao gov�rno local, o qual n�o poder� julg�-las por delitos pol�ticos anteriores ao momento da entrega.

Artigo IV

Compete ao Estado asilante a classifica��o da natureza do delito ou dos motivos da persegui��o.

Artigo V

O asilo s� poder� ser concedido em casos de urg�ncia e pelo tempo estritamente indispens�vel para que o asilado deixe o pa�s com as garantias concedidas pelo gov�rno do Estado territorial, a fim de n�o correrem perigo sua vida, sua liberdade ou sua integridade pessoal, ou para que de outra maneira o asilado seja p�sto em seguran�a.

Artigo VI

Entendem-se por casos de urg�ncia, entre outros, aqu�les em que o indiv�duo � perseguido por pessoal ou multid�es que n�o possam ser contidas pelas autoridades, ou pelas pr�prias autoridades, bem como quando se encontre em perigo de ser privado de sua vida ou de sua liberdade por motivos de persegui��o pol�tica e n�o possa, sem risco, p�r-se de outro modo em seguran�a.

Artigo VII

Compete ao Estado asilante julgar se se trata de caso de urg�ncia.

Artigo VIII

O agente diplom�tico, comandante de navio de guerra, acampamento ou aeronave militar, depois de concedido o asilo, comunica-lo-� com a maior brevidade poss�vel ao Ministro das Rela��es Exteriores do Estado territorial ou � autoridade administrativa do lugar, se o fato houver ocorrido fora da Capital.

Artigo IX

A autoridade asilante tomar� em conta as informa��es que o gov�rno territorial lhe oferecer para formar seu crit�rio s�bre a natureza do delito ou a exist�ncia de delitos comuns conexos; por�m ser� respeitada sua determina��o de continuar a conceder asilo ou exigir salvo-conduto para o perseguido.

Artigo X

O fato de n�o estar o gov�rno do Estado territorial reconhecido pelo Estado asilante n�o impedir� a observ�ncia desta Conven��o e nenhum ato executado em virtude da mesma implicar� o reconhecimento.

Artigo XI

O Governo do Estado territorial, pode, em qualquer momento, exigir que o asilado seja retirado do pa�s, para o que dever� conceder salvo-conduto e as garantias estipuladas no Artigo V.

Artigo XII

Concedido o asilo, o Estado asilante pode pedir a sa�da do asilado para territ�rio estrangeiro, sendo o Estado territorial obrigado a conceder imediatamente, salvo caso de f�r�a maior, as garantias necess�rias a que se refere o Artigo V e o correspondente salvo-conduto.

Artigo XIII

Nos casos referidos nos artigos anteriores, o Estado asilante pode exigir que as garantias sejam dadas por escrito e tomar em considera��o, para a rapidez da viagem, as condi��es reais de perigo apresentadas para a sa�da do asilado.

Ao Estado asilante cabe o direito de conduzir o asilado para fora do pa�s. O Estado territorial pode escolher o itiner�rio preferido para a sa�da do asilado, sem que isso implique determinar o pa�s de destino.

Se o asilado se verificar a bordo de navio de guerra ou aeronave militar, a sa�da pode se efetuar nos mesmos, devendo, por�m, ser previamente preenchido o requisito da obten��o do salvo-conduto.

Artigo XIV

N�o se pode culpar o Estado asilante e do prolongamento do asilo, decorrente da necessidade de coligir informa��es indispens�veis para julgar da proced�ncia do mesmo, ou de fatos circunstanciais que ponham em perigo a seguran�a do asilado durante o trajeto para um pa�s estrangeiro.

Artigo XV

Quando para a transfer�ncia de um asilado para outro pa�s f�r necess�rio atravessar o territ�rio de um Estado Parte nesta Conven��o, o tr�nsito ser� autorizado por �ste sem outro requisito al�m da apresenta��o, por via diplom�tica, do respectivo salvo-conduto visado e com a declara��o, por parte da miss�o diplom�tica asilante, da qualidade de asilado.

Durante o mencionado tr�nsito o asilado ficar� sob a prote��o do Estado que concede o asilo.

Artigo XVI

Os asilados n�o poder�o ser desembarcados em ponto algum do Estado territorial, nem em lugar que d�le esteja pr�ximo, salvo por necessidade de transporte.

Artigo XVII

Efetuada a sa�da do asilado, o Estado asilante n�o � obrigado a conceder-lhe perman�ncia no seu territ�rio; mas n�o o poder� mandar de volta ao seu pa�s de origem, salvo por vontade expressa do asilado.

O fato de o Estado territorial comunicar � autoridade asilante a inten��o de solicitar a extradi��o posterior do asilado n�o prejudicar� a aplica��o de qualquer dispositivo desta Conven��o. Nesse caso, asilado permanecer� residindo no territ�rio do Estado asilante, at� que se receba o pedido formal de extradi��o, segundo as normas jur�dicas que regem essa institui��o no Estado asilante. A vigil�ncia s�bre o asilado n�o poder� exceder de trinta dias.

As despesas d�sse transporte e as da perman�ncia preventiva cabem ao Estado do suplicante.

Artigo XVIII

A autoridade asilante n�o permitir� aos asilados praticar atos contr�rios � tranq�ilidade p�blica, nem intervir na pol�tica interna do Estado territorial.

Artigo XIX

Se por motivo de ruptura de rela��es, o representante diplom�tico que concedeu asilo tiver de abandonar o Estado territorial, sair� com os asilados.

Se o estabelecido no par�grafo anterior n�o f�r poss�vel por causas independentes da vontade dos mesmos ou do agente diplom�tico, dever� entreg�-los � representa��o diplom�tica de um terceiro Estado, com as garantias estabelecidas nesta Conven��o.

Se isto tamb�m n�o f�r poss�vel, poder� entreg�-los a um Estado que n�o fa�a parte desta Conven��o e concorde em manter o asilo. O Estado territorial dever� respeitar �sse asilo.

Artigo XX

O asilo diplom�tico n�o estar� sujeito � reciprocidade. T�da pessoa, seja qual f�r sua nacionalidade, pode estar sob prote��o.

Artigo XXI

A presente Conven��o fica aberta a assinatura dos Estados Membros da Organiza��o dos Estados Americanos e ser� ratificada pelos Estados signat�rios, de ac�rdo com as respectivas normas constitucionais.

Artigo XXII

O instrumento original cujos textos em portugu�s, espanhol, franc�s e ingl�s s�o igualmente aut�nticos, e ser� depositado na Uni�o Pan-Americana, que enviar� c�pias autenticadas aos Governos, para fins de ratifica��o. Os instrumentos de ratifica��o ser�o depositados na Uni�o Pan-Americana, que notificar� os Governos signat�rios do referido dep�sito.

Artigo XXIII

A presente Conven��o entrar� em vigor entre os Estados que a ratificarem, na ordem em que depositem as respectivas ratifica��es.

Artigo XXIV

A presente Conven��o vigorar� indefinidamente, podendo ser denunciada por qualquer dos Estados signat�rios, mediante aviso pr�vio de um ano, decorrido o qual cessar�o seus efeitos para o denunciante, subsistindo para os demais. A den�ncia ser� enviada � Uni�o Pan-Americana, que a comunicar� aos demais Estados signat�rios.

RESERVAS

Guatemala

Fazemos reserva expressa ao Artigo II na parte que declara n�o serem os Estados obrigados a conceder asilo, porque mantemos o conceito amplo e firme do direito de asilo.

Uruguai

O Gov�rno do Uruguai faz reserva ao Artigo II na parte que estabelece: a autoridade asilante n�o est�, em nenhum caso, obrigada a conceder  asilo nem a declarar por que o nega. Faz, outrossim, reserva ao Artigo XV na parte que estabelece: "...sem outro requisito al�m da apresenta��o, por via diplom�tica, do respectivo salvo-conduto visado e com a declara��o, por parte da miss�o diplom�tica asilante, da qualidade de asilado. Durante o mencionado tr�nsito o asilado ficar� sob a prote��o do Estado que concede o Asilo". Finalmente, faz reserva � Segunda al�nea do Artigo XX, pois o Gov�rno do Uruguai, entende que t�das as pessoas, qualquer que seja seu sexo, nacionalidade, opini�o ou religi�o, gozam do direito de asilo.

Rep�blica Dominicana

A Rep�blica Dominicana assina a Conven��o anterior com as reservas seguintes:

Primeira: A Rep�blica Dominicana n�o aceita as disposi��es contidas nos Artigos VII e seguintes no que concerne � classifica��o uniltateral da urg�ncia pelo Estado asilante; e

Segunda: As disposi��es desta Conven��o, n�o s�o aplic�veis, por conseguinte, no que concerne � Rep�blica Dominicana, �s controv�rsias que possam surgir entre o Estado territorial e o Estado asilante, e que se refiram concretamente � falta de seriedade ou inexist�ncia de uma a��o de verdadeira persegui��o contra o asilado da parte das autoridades locais.

Honduras

A Delega��o de Honduras assina a Conven��o s�bre Asilo Diplom�tico com as reservas pertinentes aos artigos que se oponham � Constitui��o e �s leis vigentes da Rep�blica de Honduras.

EM F� DO QUE, os Plenipotenci�rios abaixo assinados, apresentados seus plenos poderes que foram achados em boa e devida forma, firmam a presente Conven��o em nome de seus governos, na cidade de Caracas, aos vinte e oito dias de mar�o de mil novecentos e cinquenta e quatro.

*