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sábado, 11 de febrero de 2023

La política tóxica

Con el permiso presunto de La Nación, transcribo esta excelente entrevista que Adriana Amado a David Jiménez que se publica hoy en la sección Ideas del diario. Si está suscrito a la Hoja de Mitre, puede verla aquí.


David Jiménez: “La política tóxica está ocupando todas las energías periodísticas”

Experimentado corresponsal y exdirector del diario El Mundo, el español sostiene que el periodismo no debe olvidarse de vigilar el sistema y sus abusos, y que deberá adaptarse para combatir las mentiras que proliferan
Las tensiones entre medios, empresa y política son teorizadas por académicos que nunca las vivieron, asumidas por quienes deben enfrentarlas como condición de supervivencia de esos mismos medios y padecidas por los periodistas, los eslabones más débiles de la cadena de la información. Pero pocas veces, alguien que las vivió recrea los detalles de esas tensiones en una crónica que desvela el entramado entre prensa y poder.

Para escribir El director: secretos e intrigas de la prensa narrados por el exdirector de El Mundo, David Jiménez se valió de la cláusula de conciencia, con rango constitucional en España desde 1978, que ampara el derecho de los periodistas a rechazar procedimientos no éticos. El libro, paradójicamente, está lleno de los dilemas éticos cotidianos que involucran la supervivencia de ese diario y las fuentes de trabajo, lo voluble de la credibilidad periodística o los límites de una profesión supuestamente poderosa, pero que se revela frágil cuando se conoce la historia de cada periodista, incluida la de quien alcanza el máximo escalafón, como fue el caso de Jiménez.

Como dicen las advertencias de las películas (y El director está en camino de convertirse en una), cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. O no, si se entiende que la literatura permite ahondar la complejidad de los conflictos humanos de una manera como no permite la perentoriedad de la noticia. Por eso, el libro da pie, en esta conversación mantenida con el autor durante uno de sus tantos viajes a Asia, para hablar de lo que pasa hoy en el periodismo.

Para Jiménez, en estos tiempos críticos, el periodismo tiene que vigilar el sistema y sus abusos. “Si nos convertimos en parte del sistema, ¿cómo vamos a vigilarlo?”, se pregunta.

Además de El director, publicó las crónicas Los hijos del monzón (2007), premiado como el Mejor Libro de Literatura de Viajes en España, y El lugar más feliz del mundo (2013). En su experiencia cubriendo conflictos se inspiraron las novelas El botones de Kabul (2010) y la reciente El corresponsal, que es también un homenaje a los reporteros de guerra.

–Si alguien no supiera que se trata de un diario, el cargo “director de El Mundo” parece sacado de un superhéroe de las películas de Marvel.

–A mí me impresionó porque yo sabía que el director de un gran periódico tenía poder. En España siempre se trató a los directores como a ministros que van en sus coches con chofer, se ven con la gente importante, son tratados de manera especial. De hecho, el día que llegué me llamaron el rey, el presidente del gobierno, los grandes empresarios del país. Todo el mundo me quería conocer porque había sido un llanero solitario que había cubierto guerras, revoluciones, desastres naturales al que, de repente, nombraron director. Hubo una gran curiosidad porque normalmente el director de un gran diario en España es alguien que ha ido engrasando su escalada con contactos, trabajando en la redacción. Mi caso no era así. De hecho, el día que llegué para ocuparme de la dirección el guardia de seguridad no me reconoció y me pidió el carnet de identidad, que me había olvidado en casa.

–La cláusula de conciencia no existe en la Argentina, aunque sí en España, aunque el periodismo no haga ejercicio de ese derecho. ¿A qué puede atribuirse?

–La mayoría de los periodistas españoles desconocen la cláusula de conciencia que nos protege en la Constitución frente a algo que va en contra de la ética. Soy, de hecho, el primer director de un diario nacional en España que se acogió a esa cláusula, a pesar de que en los últimos años ha habido muchos despidos arbitrarios y mucha gente perdió su empleo, no por hacer mal su trabajo sino por lo contrario, por ejercerlo con dignidad y honestidad. Cuando yo salí, la empresa intentó desactivar esa cláusula haciéndome firmar un acuerdo de confidencialidad que, básicamente, decía que no podía mencionar nunca lo que había ocurrido en el año que fui director de El Mundo. Luché judicialmente para que no fuera así y durante un año, que fue más duro que el año al frente del diario, fui vetado prácticamente en todos los lugares. Me despidieron no solo de El Mundo. Me despidieron de Antena 3 Televisión, de Onda Cero. Hubo un intento de anulación de una persona que lo único que estaba haciendo era contar su historia. Si esa historia es incorrecta o calumnia a alguien, están los tribunales para poder defenderse.

–¿Cree que el periodista resigna más de lo que debería resignar?

–Yo hablo del periodismo que conozco y que he vivido, que es el español. Me parece que es un periodismo acobardado, sobre todo a raíz de la crisis del 2008-2009, cuando los medios vieron muy debilitados los números que los hacían sostenibles. Eso fue detectado por el poder tanto político como económico, que apretó las tuercas de los medios y, de repente, mucha gente fue despedida. Cuando yo era un joven reportero, en España el poder tenía miedo de la prensa y cuando volví, dos décadas después, era la prensa la que tenía miedo del poder. Hubo, por supuesto, gente que peleó contra esa situación, pero diría que, mayormente, el periodismo español se rindió al poder. Lo digo con mucha tristeza. Hubo gente que atacó El director diciendo que era una prueba de odio hacia el periodismo. Es todo lo contrario: una prueba de amor a una profesión que me lo dio todo, en la que he sido un privilegiado. Creía que le debía algo y que si había alguien que podía hablar y contar, con el objetivo de arreglar lo que iba mal, éramos los que nos había ido bien y podíamos soportar la presión. No escribirlo habría sido cobarde porque en mis veinte años como reportero vi a compañeros encarcelados en dictaduras. Vi cómo mataban a un compañero a escasos metros de mí en Birmania. Veo todos los días lo que pasa en tantos lugares donde los periodistas toman unos riesgos increíbles y admirables por contar la verdad. ¿Y vamos a callarnos porque a lo mejor no nos dan una promoción o nos pueden despedir?

–¿El corresponsal es también un acto de amor al periodismo?

–Sí, a una parte de la profesión que me dio mucho. Me hace gracia porque El director es un libro que me marcó. Eso tiene su parte buena, pero la mala es que no consigo quitármelo de encima. Fui director apenas un año y veinte años fui corresponsal. Siempre me consideré mucho más reportero que director, algo que considero un accidente en mi carrera. Pues tenía ganas de contar también cómo es de verdad la profesión de corresponsal, más allá del estereotipo: cómo es la vida de estos tipos que se la van a jugar a miles de kilómetros de distancia, cómo son sus amistades, cómo se traicionan, cómo se enamoran cuando puedes morir al día siguiente.

–¿Se pueden relacionar las tensiones que describe con el hecho de que los diarios empezaron a darle más espacio a la política?

–No sé si ocurre igual en la Argentina, pero en España es absurdamente desproporcionado el espacio que ocupa la política. Pero no la política de la propuesta o de la mejora de la situación de la gente, sino la política del enfrentamiento puro y duro, la de qué le dijo un político al otro, cómo lo insultó. La política tóxica ocupa todas las energías periodísticas. Y eso nos desvía de la educación, de la sanidad, del bullying, de las desigualdades que los últimos años han aumentado de una manera brutal. Creo que tiene que haber un equilibrio y que los periodistas tenemos que salir del gueto del establishment. El periodismo tiene que vigilar el sistema y sus abusos. Si nos convertimos en parte del sistema, ¿cómo vamos a vigilarlo?

–En el libro menciona también la dificultad de integrar lo digital, ¿por qué cree que esa transformación fue vista por la prensa como una amenaza antes que como una herramienta competitiva?

–Es curioso, ¿no?, porque el periodismo es en teoría una profesión que toma el pulso a la sociedad y a los cambios. Pero cuando esos cambios los iban a afectar, su reacción fue resistirse, y perdimos muchos años. Incluso hubo una época en que yo como corresponsal prefería que mis crónicas aparecieran en el papel. Veía la web como algo secundario. Me di cuenta en Birmania en 2007, en la revolución del Azafrán, cuando un jefe me convenció de que iba a tener más impacto en la web. Y así fue. Pero cuando llegué al periódico a dirigirlo en 2015 gran parte de la redacción todavía estaba en modo resistencia. Nunca vamos a decirle al lector dónde consumir el periodismo. Lo único que podemos hacer es darle el mejor periodismo posible. Si lo quieren consumir en redes sociales, en el celular, ya no es asunto nuestro. Nosotros lo tenemos que distribuir en todas las plataformas para llegar al mayor número.

–Otra de sus medidas fue bajar a la mitad la cantidad de publicaciones y hacer menos de mejor calidad. Sin embargo, muchos medios todavía insisten en el volumen.

–Ahora todos estamos hablando de la Inteligencia Artificial (IA) como nueva amenaza para el periodismo. Si uno le pide a la IA que le escriba una noticia con la información económica del día, lo hace mejor que muchos periodistas. Dentro de tres años lo hará infinitamente mejor. Ninguna IA va a reemplazar al periodista que crea un contenido original, investiga, destapa la corrupción. No va a estar en la guerra en Ucrania y describir lo que está pasando igual que el que está ahí. Pero hay muchas otras cosas que las va a hacer una máquina. Y eso va a obligar a reorganizar las redacciones, a potenciar la formación de los periodistas en lo que sí se va a necesitar. Estamos ante una grandísima revolución de la que todavía no sabemos las consecuencias.

–Esa revolución también impacta en las corresponsalías. Por caso, la guerra de Ucrania, tan cercana a Europa, es una guerra que se cuenta por redes sociales.

–El periodismo también se despistó ahí porque, en realidad, esa guerra empezó en 2014 y la invasión de Crimea pasó absolutamente desapercibida. Y a los corresponsales o los habían despedido o los habían precarizado. En ese abandono hemos olvidado una cosa fundamental y es que lo que pasa a miles de kilómetros de donde estamos nos afecta. Hemos tenido una crisis energética, nos han subido los precios y mucho de eso está relacionado con un conflicto que estaba sucediendo en otro país. Hoy en día es muy extraño que haya medios que apuesten por la información internacional. A los que lo hacen les está yendo muy bien, como The New York Times que nunca tuvo más corresponsales en su historia.

–Muy pocos periodistas tienen ese privilegio de haber estado en la trinchera y también en la redacción. Según su experiencia, ¿hacia dónde va el periodismo?

–El futuro de los medios está, en efecto, en hacer menos de más calidad. Va a haber gente que con dos empleados podrá tener un diario con información deportiva, social, cultural, política y demás gracias a la IA y las herramientas de internet. Lo que nos queda a los medios es ofrecer aquello que la tecnología no va a suplir. Veo claro que van a sobrevivir aquellos que sean capaces de generar ese contenido original. Para eso los medios van a tener que contratar a gente que tenga el talento suficiente para aportar ese contenido original que los diferencie del resto.

–¿Qué le diría a los jóvenes que insisten en dedicarse al periodismo después de todo?

–Voy mucho a las facultades de periodismo y los profesores antes de entrar siempre me dicen que los chicos están deprimidos, que creen que se han equivocado de profesión. Creo que los periodistas jóvenes también van a tener oportunidades. Hay un mundo nuevo que no tiene nada que ver con los medios generalistas y que cada vez está cobrando más importancia, con podcasts, con YouTube, con plataformas, con maneras de contar historias a través de redes. También creo que va a seguir siendo necesario ir a los lugares y que hay miles millones de historias por contarse en el mundo. Algunos medios tomarán el camino correcto y a otros les pasará como a Kodak, que llegó la fotografía digital, no supieron verlo y murieron. Adaptarse no quiere decir renunciar a los principios del periodismo del rigor, la credibilidad, la verdad. Es aliarse con la tecnología para que ganen en fuerza, potencia y distribución. Estamos en un momento en el que tengo miedo de que gane la mentira porque estas herramientas en manos de manipuladores, propagandistas, desinformadores, odiadores, propagadores de intolerancia son peligrosísimas, y cada vez van a tener más capacidad de crear contenido. O lo contrarrestamos con buen periodismo o va a ganar la mentira. Yo quiero que gane la verdad.

–¿Por qué es tabú que el periodista critique el periodismo?

–Uno de los problemas que encontró El director fue la reacción de algunos compañeros contraria a que contara la historia del año en que ocupé el puesto, pero para mí es absurdo porque de la misma manera que los periodistas hablamos de los políticos, de los deportistas, criticamos a los restaurantes, ¿por qué no vamos a hablar de una manera honesta y abierta de nosotros y de lo que nos ha llevado a la crisis del periodismo?

–Más allá de ese repudio inicial que algunos miembros del establishment hicieron del libro, ¿cuál es el balance?

–Es curioso porque el libro ha envejecido mejor que sus críticos. Con el paso de los años no solo ha mantenido actualidad, sino que incluso gente que lo vio de una manera negativa al principio, de repente dice vaya, todo lo que contó este tipo ha demostrado ser cierto. Porque llevábamos décadas con ese secreto que contábamos en las redacciones, al lado de la máquina del café, sobre lo que iba mal en el oficio. Pero nadie rompía la ley del silencio y creo que hacía falta romperla para empezar a cambiar y mejorar las cosas.

–Si volviera a tener veinte años, ¿elegiría de nuevo el periodismo?

–Si existiera la opción lo elegiría otra vez, incluso en esta época en la que todo ha cambiado y hay dificultades. Creo que cuando te lo dejan ejercer en libertad y con dignidad tanto en tus condiciones económicas como en el respeto a tu trabajo es, como dice el cliché, una de las mejores profesiones del mundo.
 
PERFIL: David Jiménez

■ David Jiménez desarrolló su carrera de periodista en el diario El Mundo, de España. Ingresó en 1994 y en 1998 propuso crear la corresponsalía en Asia, desde donde cubrió conflictos y catástrofes en más de treinta países.

■ Estaba en la Universidad de Harvard, gracias a la distinguida beca Nieman para periodistas, cuando recibió la invitación de asumir la dirección del diario, cargo que tomó en abril de 2015 hasta mayo de 2016. Ese año es el que relata en El director (2019), libro que va por su décima edición.

■ Ha colaborado con medios internacionales como The Guardian, Corriere della Sera, The Sunday Times, Esquire, CNN, BBC. Actualmente escribe en The New York Times.

■ Su último libro es El corresponsal, una novela centrada en su experiencia como reportero de guerra.

martes, 11 de enero de 2022

Periodismo, poder y decadencia de la prensa


A raíz de un comentario –y recomendación– sobre el libro Palabra de Director, de Pedro J. Ramírez (apareció el pasado mes de noviembre en España), que está leyendo un amigo en Madrid, le digo que me lo preste cuando lo termine, pero también le aclaro que hay que leer El director de David Jiménez, que es –pienso sin haber leído ninguno de los dos– la otra cara de la moneda. 


El comentario me hace acordar que nunca subí la entrevista (casi una hora) que, con motivo de la salida del libro, le hizo en abril de 2019 eldiario.es a David Jiménez. Supongo, con poco fundamento y bastante experiencia, que ha dicho lo más interesante de los contenidos de El director.  Hay una segunda entrevista (26 minutos), que le hizo Rusia Today con el mismo motivo. En esta última hay una frase que vale oro:
Ningún político español entiende el papel de la prensa en democracia.
Como Jiménez, pienso que hay que destapar de una vez el entramado del periodismo con el poder político y económico. Es cierto que es consecuencia de la debilidad financiera en que se ha sumergido la prensa en estos años de decadencia del papel impreso, pero también es cierto que, así como estamos, es mejor que esa industria se muera de una vez para que florezca una nueva, pura, fuerte, sana, pagada por las audiencias y no por los que quieren manipularlas.

Tres cosas más: 

1. Hay que ser Pedro Jota para que el nombre del autor y su foto bien grandes sean casi lo único que importa de la portada del libro.

2. En la entrevista de eldiario.es están dados vuelta los libros de los estantes. Curiosa e inútil manera de ponerlos, seguramente solo para la entrevista y para no distraer a la audiencia.

3. Ya sabe qué me puede regalar para mi cumpleaños. Cualquiera de los dos.

domingo, 21 de junio de 2020

Cien días de despliegue gráfico


Notable despliegue gráfico de El Mundo de Madrid al cumplirse los cien días de Estado de Emergencia por la pandemia del coronavirus en España... y de poder casi absoluto para el Presidente del Gobierno. Gracias a Miguel Ángel Jimeno.

jueves, 7 de febrero de 2019

La era de la información digital de pago en El Mundo


Hoy El Mundo de Madrid publica La hora de la información digital de pago en el Reino Unido. Hace una semana en la misma sección publicaron Información de calidad y con valor añadido en Francia. Todo parece indicar que en El Mundo están pensando seriamente en el muro de pago. Mientras llega, vale la pena leer los artículos de Alberto Muñoz e Iñaki Gil (odio esa e que nos supone incapaces de decir y Iñaki). Aclaro que me entero de los dos artículos gracias a un tuit de Miguel Ángel Jimeno.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Mala idea de El Mundo


Es la portada de El Mundo de Madrid de hoy, Día de la Infancia, como lo explican arriba de su cabecera. Nunca ha sido una buena idea jugar con las marcas y menos con la cabecera de un periódico, que es la bandera de su credibilidad: si jugamos con nuestra marca imagínese lo que pueden pensar los lectores y los anunciantes del resto de los contenidos. Tampoco me gusta, pero si había que hacerlo, lo hubiera ocupado en el título de los ocho años.

jueves, 24 de septiembre de 2015

El Mundo se agranda

A partir del domingo 20 la portada de El Mundo de Madrid es tamaño estándar y envuelve el resto del periódico. Solo la portada y solo los domingos. Abajo la tapa de hoy.

domingo, 3 de mayo de 2015

"He sido víctima de la digitalización"


Publica hoy El Mundo de Madrid la última Hoja de Ruta de Casimiro García-Abadillo, dimitido como director el jueves pasado. Atribuye su despido a ser demasiado papelista y poco digital. Eso de echarle la culpa a las tecnologías muestra por lo menos dos cosas: poca autocrítica y menos capacidad de adaptación. ¿No habrán sido esos los motivos, don Casimiro?

martes, 21 de abril de 2015

Amarillos pero disimulando

Un estudiante de 13 años entró ayer a las 9 de la mañana en su instituto (liceo, secundaria, etc.) hirió a una profesora con una ballesta y mató a un profesor de un machetazo. Otro profesor pudo reducirle. El chaval había sufrido un brote psicótico. Hasta ayer era considerado un adolescente como los otros adolescentes que había en su escuela llena de adolescentes.

Las portadas/tapas amarillas del día son las siguientes:



La peor no es la de El Mundo, aunque a primera vista lo parezca. ¿O sí? Porque, a ver, utilizar la frase de un chaval armado en su peor momento de enajenación y/o confusión mental ¿qué tipo de información aporta sobre el caso? ¿Qué tipo de estímulo genera? ¿Se trata de un estímulo intelectual (no, no piense en un Nobel, piense en usted cuando piensa)? ¿Se trata de un estímulo visceral, emocional, pasional? Podría seguir preguntando pero seguro que usted ya ha pillado el punto.

Fíjese lo que han hecho dentro, en la portada de su suplemento EM2. Un destrozo. Por si no teníamos bastante con la muerte de un profesor y el tremendo shock ocasionado por el incidente, ahí va eso:



La verdad es que estas primeras (y segundas) viscerales no son tan raras en este tabloide. Usted no se desanime, que ellos tampoco lo hacen. Resistir es vencer. Ánimo.

Seguimos. En realidad, es aún peor la primera de El País, que a) Da por hecho que existe un fenómeno llamado "violencia escolar" (como evocando esas pelis de bachilleres conflictivos, etcétera, ya sabe) y b) Concluye que los hechos de ayer "elevan a un nivel insólito" esa "violencia escolar".

Bien, en su propia información –la que debería defender ese titular de primera– registran cuatro casos cuatro de agresiones fuertes a profesores, sin muertes, entre 2006 y ayer. Es una media de 0,4 casos al año. Aquí no se incluye la, digamos, "violencia de baja intensidad". Esta quizá se deduzca de otro dato en el antepenúltimo párrafo (de un total de ocho): la oficina del defensor del profesor del sindicato ANPE registró el curso pasado 234 llamadas telefónicas referidas a agresiones (empujones, insultos, etc.). En España, el año escolar consta de 180 días y hay 28.064 escuelas. donde estudian 8,1 millones de alumnos y alumnas. Hablamos pues de 1,3 incidentes al día, de menos de 0,9 por centro y curso y menos de 0,00003 por alumno y curso.

Claro, en todo lo humano hay grados y no quiere uno minusvalorar esos incidentes, pero tampoco llamaría "violencia escolar" al cuadro que pintan esos datos. Creo que no se dejan calificar de ese modo y menos aún en el diario español de referencia –aunque a este paso no sé cuánto tiempo más les durará el título.

Es una portada/tapa amarilla, sensacionalista, trolera (trucha). Es una lástima, porque la información dentro está muy bien.

Luego vienen las portadas/tapas 'aire caliente':


Claro. ¿Qué querían? ¿Alegría, fervor, fiesta? No entiendo. Cuando ha pasado lo que ha pasado unas 20 horas antes y sales con obviedades y topicazos como "estupor", "drama" o "conmoción" uno puede sospechar que no llevas información nueva y tienes que armar el titular con una sensación y poner a subtitular los hechos que ya todo el mundo conoce desde el día anterior. Eso, aire caliente.

La portada/tapa del día es la del único que lleva información nueva:

"Se derrumbó, le abracé y empezó a llorar como el niño que es"
(entrevista al maestro que redujo al agresor)
Sí, en el segundo piso de la portada/tapa va el topicazo "conmoción en el barrio de Navas". Nadie es perfecto.

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Está muy bien este análisis de Media.cat sobre el barullo que armó ayer la cobertura en la web de este incidente. Entre otras cosas, dice:
"És evident que la situació és confosa i que no hi ha massa informació fiable i és impossible contrastar-la, però potser la solució seria plantejar-se si val la pena fer una cobertura amb aquestes bases". 
Otra vez, las televisiones se coronaron como los medios más agresores (que no es lo mismo que agresivos). Esta mañana, Los chavales de bachillerato (secundaria) de la escuela afectada han hecho una cadena humana ante el edificio para evitar que los medios grabaran a los menores entrando al colegio. Llevaban esta pancarta:

Foto: Agència Catalana de Notícies

jueves, 12 de febrero de 2015

Lo que pasa cuando se pierde la independencia


Pasan muchas cosas, como bailar al son de la agenda de los políticos. Pero lo que también pasa es que la gente deja de leer periódicos.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Pedro J. Ramírez se despega de El Mundo (acto enésimo)


Ya lo sabe: el domingo no apareció la columna de Pedro J. Ramírez en el diario El Mundo. Está aquí, en el sitio del autor. Lo curioso es que no era contra el diario sino contra el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy. Esta fue la señal de ruptura definitiva, que usted puede leer aquí y aquí. Aquí también, pero agrega la noticia que pretenden que no funde medio alguno en los próximos quince meses... que es el próximo paso y el próximo medio y quizá hasta la muerte del diario El Mundo. Ahora lea esto, es de Arcadi Espada y lo publica... El Mundo.Y esta de hoy, también de Alberto Lardiés en VozPópuli. Mientras, Ramírez habla estos días sin pelos en la lengua desde sus cuentas de Twitter y de Facebook.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Guerra de pescados


Para los registros y antes de que se pierdan, les paso en Instapaper estas perlas del diario El Mundo de Madrid (del puterío del periodismo, diríamos en la Argentina) español. Entrevista al director, Casimiro García-Abadillo, en su propio periódico el domingo 25 de octubre. Columna de Pedro J. Ramírez el domingo 2 de noviembre y respuesta del director en el diario de hoy. En el medio hay una guerra de tuits, pero a esa hay que seguirla minuto a minuto, aquí y aquí.

Mientras pasan estas cosas queremos saber qué planes tiene Ramírez. Ya todos suponen que saldrá con un periódico digital. ¿Pero hay algo más? Por aquí viene la cosa.

domingo, 26 de octubre de 2014

Ahora el tocó a El Mundo de Madrid

Primero se apeó de Pedro J. Ramírez, luego del globo verde. Van las portadas de El Mundo de Madrid del domingo pasado, del viernes 24, del sábado 25 y de hoy.

miércoles, 11 de junio de 2014

Nunca se agotan los títulos


Luis Balcarce -muchas gracias Luis- nos pasa está página de ayer de El Mundo de Madrid. El título es genial, un guiño al lector que invita a leer y que supera el tedio de tantas notas seguidas sobre el mismo tema. Ocurre que vienen buscando hace rato los restos de Cervantes en la cripta del convento de las trinitarias de Madrid y parece que se han agotado todos los títulos... Pero no. Para los periodistas creativos nunca se agotan los títulos.

lunes, 7 de abril de 2014

Páginas oscuras


Ilustración de la nota sobre la materia oscura en El Mundo (Madrid) de ayer. Gracias a un tuit de Paco Oca.

domingo, 9 de febrero de 2014

Va ganando la prensa del corazón

Casi todos los diarios españoles (los catalanes también) titularon con el principal argumento que la defensa de la Casa Real había lanzado hace un par de semanas. Sólo uno se esforzó por hacer periodismo, mejor o peor. Dirán: "¡Es lo que ella dijo!". No señores: pereza, pereza y más pereza que excusan con la idea de no hacer sufrir a la familia real y todas esas cosas. Los quioscos españoles de hoy amanecieron rosados y nubosos:

ABC

La Razón

El País

El Periódico de Catalunya

La Vanguardia

Pedro J. Montanelli


Vale la pena ver la despedida de Pedro J. Ramírez y aquí queda para registro. Si la ve entera entenderá el título y también los planes de Pedrojota.

viernes, 7 de febrero de 2014

Pedro J. Ramírez y el síndrome de Estocolmo


Pedro J. Ramírez confirma una vez más la historia repetida de las copas con el poder de las que habla el hijo de puta de Allen Neuharth:
los periodistas nos vamos demasiado de copas con nuestras fuentes y acabamos convertidos en ellos, apresados en el sindrome de Estocolmo.
El 22 de septiembre de 2008 repetimos en Paper Papers esta frase archiconocida de Neuharth, pero más actual que nunca. Léalo hoy (le aseguro que no cambié una coma). Pedrojota es un fundador de periódico: uno de esos pioneros que no quieren ganar dinero sino cambiar el mundo... y de paso ganaron dinero.

Pero ahora viene la prueba de fuego por la que pasa todo fundador. Si El Mundo se muere, como vaticinan algunos para alabarlo, es sencillamente porque no supo fundar un diario. Parte esencial de la fundación de un periódico -y de cualquier empresa- es ponerle el código genético para que trascienda la propia vida. Si El Mundo cierra, habrá sido apenas un dechado de la vanidad de su fundador. Una lástima. Será la confirmación de que a Pedrojota lo sedujo más el poder y sus copas que cambiar el mundo.

Pero un diario no se muere por más o menos vanidad de su fundador ni de sus periodistas. Si esa vanidad trae beneficios económicos duraderos, no se despide al que los produce y asegura larga vida al periódico.

Los periódicos se mueren porque quiebran. Y a nadie se lo felicita por quebrar.

jueves, 6 de febrero de 2014

Donde dije digo


Tuits de Pedro J. Ramírez sobre el artículo en The New York Times de ayer. Es genial, genial, genial. Ahora esperamos a ver qué dice y hace el NYT. ¿Alguien tendrá el original de PJR?

Agrego a la tarde esta explicación del NYT tal como aparece en el blog The Objective.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Ramírez y El Mundo, punto final

Creo que aquí, en este artículo que Pedro J. Ramírez publica en The New York Times, está la clave de su despedida de El Mundo de Madrid, en la que le echa la culpa a Mariano Rajoy.
Previous prime ministers, including José Luis Rodríguez Zapatero, Mr. Rajoy’s Socialist predecessor, accepted press criticism. But everything changed when Mr. Rajoy, the leader of the conservative People’s Party, came to power. Though we had endorsed him on three occasions, once in power he exhibited hostility toward uncomfortable truths and indifference to public opinion. As elsewhere, journalism in Spain has been under economic pressure. 
Newspaper advertising fell by two-thirds in six years, and print circulation by more than one-third. El Mundo is a leading newspaper online in Spain, with 7.2 million monthly unique users of its main website and 127,000 digital subscribers, but online revenues are not enough to balance the books. So the political pressure from the government, and its effect on advertising, came at a vulnerable moment.
Mirelo así: A Pedrojota le pasó lo que le pasa a los que toman copas de más con el poder: al final el poder te descarta. Punto. Y además perdía dinero. Punto final.