El arte bizantino surgió en el siglo IV d.C. en el Imperio Bizantino y se basó principalmente en el arte paleocristiano. Se caracterizó por el fuerte uso de colores y temas religiosos, legando principalmente los iconos. La arquitectura bizantina adoptó las plantas basilical y centralizada de los romanos y desarrolló elementos como cúpulas y contrafuertes. La pintura bizantina se centró en los iconos, que mostraban rostros con perspectiva invertida para reflejar conceptos espirituales.