La cocina francesa se caracteriza por su variedad regional y refinamiento. Cada región tiene sus propios ingredientes y platos típicos, desde la mantequilla y manzanas del noroeste hasta el aceite, foie gras y armañac del suroeste. Aunque las diferencias regionales se difuminan, la predilección por productos locales ha favorecido un renacimiento de la cocina regional. La gastronomía francesa ha influido en cocinas de todo el mundo occidental.