De nuestra Autonomía                                                              Capítulo I



¿QUE SIGNIFICA LA PALABRA AUTONOMÍA?
En el caso de un avión, barco o cualquier otro vehículo, se entiende por autonomía la capacidad
máxima de efectuar un recorrido sin necesidad de interrumpir su trayecto para abastecerse de
combustible.

Un pueblo tiene autonomía cuando está capacitado para desenvolverse sin necesidad de ser
dirigido por otro. Al igual que un vehículo, el pueblo autónomo dispone de los mecanismos y
reservas suficientes que le eviten depender de una conducción ajena. A mayor capacidad de auto-
conducirse, mayor autonomía.

Cualquier pueblo tiene derecho a la autonomía que le corresponda por su capacidad de
administrarse a sí mismo y a conducirse por el camino que más le convenga. La autonomía la
solicitan también las comunidades que, aún integradas en otra mayor, necesitan luchar contra una
administración centralizada o asimétrica; y es que suele ocurrir que dentro de un mismo Estado
haya pueblos que se desarrollan más que otros, debido a una mala organización que concentra el
poder en un lugar determinado. A esta forma de gobernar se le llama centralista ya que controla
desde un solo punto toda la administración estatal.

Para administrar a un pueblo se deben tener en cuenta sus peculiaridades culturales y humanas, su
economía, sus recursos naturales,... y estos datos quienes mejor los conocen son las personas que
forman su sociedad. Y es que la autonomía -como tal forma de autogobierno- está siendo
aplicada en todos los estados modernos, que solucionan así los problemas de concentración de
los poderes públicos. Si cada pueblo puede legislarse y administrarse a sí mismo, como así
reconoce nuestra Constitución, resurgirán la concordia, el bienestar y como consecuencia una
mejor gestión de los intereses comunes, o sea, el progreso. Aparte de los casos catalán, vasco,
andaluz, gallego,... en Europa se ha aplicado con éxito en Gales, Escocia, Suiza,...etc. A
propósito de “EL RETO DE LA AUTONOMÍA POLÍTICA EN ANDALUCÍA” -obra recopilatoria de los
investigadores Manuel Hijano y Manuel Ruiz Romero-, Carlos Alberto Chernichero Díaz, de la
Escuela Universitaria de Relaciones Laborales de Jerez, Universidad de Cádiz, comenta:

“El pasado siglo XX ha supuesto para la Historia de España la aceptación y posterior
consolidación de una articulación territorial en torno a las llamadas autonomías. Esta novedosa
fórmula descentralizadora ha significado, tras su inclusión en el texto constitucional vigente, la
emergencia de un nuevo sistema jurídico-político cuyo primer intento fallido ya se avanzó en
nuestra segunda experiencia republicana, siendo hoy por hoy las autonomías una parte
fundamental de la estructura orgánica del Estado... La doctrina científica y especializada se ha
hecho eco de la importancia de la materia respondiendo a ello con una ingente cantidad de
estudios sobre el hecho autonómico. Basta repasar las tesis doctorales, los estudios realizados, y
las publicaciones impresas, para constatar que el hecho regional o autonómico en nuestro
Estado ha pasado a convertirse materia prioritaria de la investigación científica, investigación
ésta realizada fundamentalmente desde las áreas sociales: la ciencia política, el derecho, la
sociología, la ciencia jurídica, la historia, la antropología, etc. “

Pero el hecho autonómico andaluz no se puede explicar sólo desde estas perspectivas. Hay otros
antecedentes del comportamiento de los pobladores de Andalucía que, unas veces por injustas
situaciones y otras porque dentro de cada andaluz subyace un profundo espíritu de pueblo, lo




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De nuestra Autonomía                                                               Capítulo I



definen como pueblo siempre amante de la libertad, insurrecto –aunque no lo aparente- ante los
abusos, creador de culturas y nuevas formas de convivencia.

Desde que se abatieron entre disputas los esplendores árabes, Córdoba, Sevilla y Granada
fueron ejemplos para Europa. Después, el Renacimiento dijo sus primeras palabras en andaluz.
No se puede hablar del mundo civilizado sin reconocer la aportación andaluza. Un pueblo que de
los trofeos de batallas fabricó aperos de labranza, que escribió las primeras leyes en verso,
mestizo por selección consciente, pacifico, que acoge al invasor culto y rechaza al bárbaro; un
pueblo solidario, buen vecino, buen hermano, que consigue las cosas en las urnas, aunque siga
gritando ¡justicia! desde la Prehistoria, y hoy, a pesar de todo, canta


                los andaluces queremos / volver a ser lo que fuimos
          hombres de luz que a los hombres / alma de hombres les dimos....



DESDE LOS TIEMPOS REMOTOS, LA AMBICIÓN SOBRE ANDALUCÍA
El remoto Estado independiente de Tartessos pasa en los años 800 a. de C. por su más alto grado
de florecimiento: la rica minería y el activo comercio con los pueblos del Mediterráneo y norte de
Europa son sus principales fuentes de desarrollo económico y cultural. Pero estas actividades
también generarían ambiciones, sobre todo por parte de sus principales clientes, los tiro-fenicios.
Los reyes tartessios habían autorizado el asentamiento fenicio y posterior fundación de colonias o
factorías costeras que facilitaran el movimiento comercial entre ambos pueblos, lo que confirió a
éstos un mayor conocimiento, tanto del mercado tartessio como de sus recursos propios. De ahí,
que deseando esos privilegios para sí, los fenicios, con la ayuda de sus flotas de Utica, Cartago y
Tiro, presentaron batalla al Estado de Tartessos en la pequeña e indefensa isla de San Sebastián -
Cádiz- consiguiendo la victoria.




                                                                          Cádiz, antigua Isla de
                                                                          San Sebastián, donde
                                                                          se libró la primera
                                                                          batalla por la libertad
                                                                          andaluza frente a la
                                                                          ambición fenicia.




La derrota sufrida por el rey de Tartessos, Gerión, en esta primera batalla por la
independencia, sumirá a nuestro primer Estado Libre en largos años de dependencia y
esclavitud. La primera oportunidad de liberación que se le presenta a Tartessos surge cuando los




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tiro-fenicios son sometidos por Asiria, circunstancia que aprovecha el nuevo rey andaluz
Arghantonio, que en el año 650 a. de C. consigue recuperar la independencia durante ciento
cincuenta años, hasta la total destrucción del reino tartessio a manos de los imperialistas
cartagineses. Otra vez la riqueza minera andaluza atrajo la ambición, ahora de Cartago, que inicia
por tierras andaluzas la conquista de la Península Ibérica.

Los pueblos que componían aquella esplendorosa y remota Andalucía, poco duchos en el
manejo de las armas, se alían con los celtíberos, y al mando de su caudillo Istolacio y del joven
turdetano Galvo, oponen resistencia al ejército cartaginés, que vence dada su superioridad
técnica y numérica -segunda ocasión en la que los andaluces presentan batalla por la defensa
de su integridad territorial-.

A partir de la destrucción de Tartessos, los cartagineses conquistan toda la Andalucía turdetana y
partes importantes de las actuales tierras de Badajoz y Murcia, convirtiéndose con esto en los
dueños de la mayor riqueza en metales nobles del mundo, especialmente de plata, con lo que se
costearon sus ambiciones expansionistas. El dominio del Mediterráneo y el control del Estrecho de
Gibraltar -para evitar competencias mercantiles con el Atlántico- fueron los mecanismos que
culminaron el enriquecimiento del codicioso pueblo cartaginés a través de los doscientos cincuenta
años de ocupación de nuestras tierras.

Las guerras púnicas trajeron otro invasor a Andalucía: al frente de las legiones romanas penetró
Publio Cornelio Escipión, apodado El Africano, con la intención de conquistar la fértil tierra
andaluza, pero ante la nueva invasión, los andaluces intentaron durante más de dos años liberarse
del conquistador.




                                                     El romano Escipión,
                                                     apodado El Africano
                                                     que al conquistar la
                                                     Turdetania tartésica
                                                     y parte del norte de
                                                     África, fue recibido
                                                     con honores.




En el año 197 a. de C., el rey turdetano Gulchas, que mandaba sobre diecisiete ciudades
andaluzas, en unión de Luxinius, que reinaba sobre otras cinco, y en colaboración con más de diez
mil celtíberos contratados expresamente para la guerra, se levantó contra las legiones romanas, al
mando de las cuales estaba el prétor Apio Claudio. Esta rebelión fue reprimida por contar el
romano con un ejército más experto, con mayores medios y adelantos bélicos, lo que no impidió
que los andaluces-turdetanos lucharan con tal valor que el prétor se vio obligado a pedir ayuda a
su cónsul para poder vencer.

La Andalucía turdetana, heredera de Tartessos, se enfrentaría nuevamente al invasor romano en
varias ocasiones. En el año 196 a. de C. los reyes Budar y Basadines, unidos frente al enemigo




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común, oponen fuerte resistencia a los gobernadores romanos Manlio y Catón, que no consiguieron
dominarles hasta el año siguiente.

De nuevo los andaluces turdetanos serían objeto de brutal represión por haber participado en
las guerras civiles entre César y Pompeyo. Al término de las contiendas, el gobernador Longinus,
que quedó al lado del victorioso César, ordenó crucificar a cientos de andaluces de Itálica
cuando éstos montaron en rebeldía por los excesivos impuestos; mas el invasor romano, a pesar
del régimen militarista, trajo progreso y organización. La cultura autóctona andaluza, primero de
Tartessos y ahora turdetana, ambas de acusada independencia, no fueron del todo anuladas a
pesar de la sangre y el fuego destructor descubierto en los distintos niveles arqueológicos, que
muestran la huella de una identidad no desaparecida y subyacente bajo la aparente sumisión de
los derrotados.




                                                                                  Bustos de
                                                                                  Pompeyo y
                                                                                  César en el
                                                                                  Museo de
                                                                                  Copenhague




Andalucía ofrecía todas las condiciones para los planes de desarrollo y expansión romanos. En el
año 27 a. de C. fundan la provincia Bética, la más rica de todas sus colonias, y ante la acusada
personalidad de los andaluces -pueblo libre y culto que no se opone a la acción civilizadora de
Roma-, no dudan en otorgar a esta provincia AUTONOMÍA en lo económico, en lo militar y no
poco en lo cultural y legislativo (moneda, hacienda, ejército permanente propios y ciertos favores y
derechos en la contribución de impuestos). Tanto fue así que la legislación de la Andalucía Bética
dependía directamente del Senado, mientras que el resto de la Península Ibérica era administrada
por el Ejército.

Contra la difundida idea de que Andalucía fue romanizada, los hechos -en alianza con el
tiempo- han demostrado todo lo contrario, que más bien fue Roma la que se
"andaluzó". Una fusión que todavía se conserva en la actualidad.

En la Bética, la convivencia es la base de la sociedad romano-andaluza, pero en el norte, en la
Lusitania, aparece un líder "independentista" que intentará en varias ocasiones derrocar el poder
romano: Viriato. La insistencia de los lusitanos estaría motivada, como siempre, por la posesión de
las riquezas mineras andaluzas. Los andaluces lucharán junto al culto romano contra el bárbaro, y
Viriato es expulsado de la Bética.




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A partir del año 410, los pueblos bárbaros invaden la Península: por el Sur entran los silingos en
sucesivas y devastadoras oleadas, aprovechando la crisis del Imperio Romano. Las matanzas y
saqueos de que son objeto Sevilla, Cartagena y otras ciudades, debilitan el poder defensivo de
Andalucía; en el año 543, los godos, que federados con el Estado Romano habían entrado en la
Península con la intención de arrojar los restos bárbaros, trasladan su corte de Barcelona a Sevilla
para controlar mejor la lucha que sostienen los andaluces por su independencia. En el año 549,
Sevilla se defenderá en varias campañas del invasor, en una de las cuales caerá el rey ostrogodo
Teudiselo. Por iguales motivos, Córdoba se levanta contra el rey Akhila que, empeñado en someter
al pueblo andaluz, tuvo que huir ante la presión de los cordobeses, refugiándose en Mérida. En el
año 550, de nuevo Córdoba vence al recién entronado Agila; mientras, Sevilla se subleva contra
Atanagildo, que lograría someterla. En otra ocasión, año 554, el emperador bizantino Justiniano
llega a saber de las insurrecciones andaluzas y ante la posibilidad de apoderarse de la rica zona,
acude en ayuda de los sublevados y vence a los godos con la colaboración andaluza, ocupando
Málaga, Cartagena y Córdoba.

Diez años durarían los intentos andaluces por su independencia, luchando en múltiples ocasiones
contra el último godo Atanagildo, hasta su muerte en el año 570, que trajo a Leovigildo como
nuevo rey visigodo. A partir de la toma del poder por parte de Leovigildo, caerán devastadas
Málaga, Granada, Medina Sidonia, Baza, y en el año 672 la independentista Córdoba a la que se
habían adherido miles de campesinos de los alrededores, depondrá las armas.

Una nueva e importante rebelión tuvo lugar en Sevilla. Hermenegildo, hijo del propio rey
Leovigildo, con la ayuda de católicos, judíos y romanos andaluces y bizantinos -enemigos también
del centralismo y opresión del rey- dirigió una gran sublevación con intenciones independentistas,
hasta ahora disfrazada de cruzada religiosa. Después de la caída de Cáceres y Mérida en poder de
Leovigildo en el año 582, éste envía un potente ejército al mando de Suintila, tomando Sevilla en el
verano del 583, al año siguiente caería Córdoba. Hermenegildo sería decapitado aquel mismo año
en Tarragona y aquí es donde se inicia uno de los períodos de mayor decadencia moral y política
conocidos en la Historia de Andalucía.



                   El rebelde rey Hermenegildo,
           encarcelado y después ejecutado por
             disconformidad religiosa y política.

           Los habitantes de la provincia Bética
          se reunieron en torno a su causa pero
              no pudieron evitar el desastre y la
            posterior decadencia a la muerte del
                                       buen rey.

                                   Óleo de Goya




Una población ampliamente discriminada por el poder godo, sobre todo en lo religioso, no
admitiéndose la libertad de culto; un régimen de servidumbre que obligaba a los labriegos a pagar



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De nuestra Autonomía                                                                   Capítulo I



a los terratenientes tributos que variaban entre la mitad y las cuatro quintas partes de la cosecha
conseguida; la esclavitud y el descenso cultural que sufriera la civilización aquí alcanzada; el
caciquismo y las incesantes guerras civiles,... Los judíos son declarados esclavos, se ordena que
sean desposeídos de sus hijos al cumplir los siete años de edad, y si no aceptaran estas
condiciones o la conversión al cristianismo -religión del Estado- serían condenados a la servidumbre
perpetua. LOS ANDALUCES NO SERÍAN SORDOS ANTE TANTA INJUSTICIA

Por suerte un rey bárbaro se andaluza, Witiza: un rey humano que manda convertir las armas en
instrumentos de labranza, que desobedece a los Concilios de los Obispos y protege a los
perseguidos judíos y a las clases más desheredadas. Witiza ordena la ejecución del rey Teodofredo,
responsable de tan ineficaz administración e injustas medidas represivas; este hecho provoca la
reacción de Rodrigo, hijo de Teodofredo, que da muerte a Witiza en venganza por la ejecución de
su padre.

Los hijos de Witiza, el prelado de Sevilla Don Oppas y el gobernador bizantino Conde Don Julián,
Señor de las Marismas, se organizan para derrocar el poder del nuevo rey Rodrigo. Con la
colaboración de judíos, marginados, agricultores y descontentos del centralismo e intenciones
expansionistas de Rodrigo, solicitan la ayuda del gobernador del Africa Norte (Al Mogreb), Musar
Ibn Musayr, que manda una primera expedición por Andalucía, quedando Rodrigo derrotado en la
batalla de Guadi Becca (Laguna de la Janda), mal llamada batalla del Guadalete, en el año 711.
Esta histórica fecha abre las puertas al Islam, que inicia su asentamiento en Andalucía, siendo
acogido por el pueblo andaluz como un auténtico libertador. Cuentan que la propia viuda de
Rodrigo, de nombre Egilona, quedó en Andalucía atraída por la tierra y el amor de un árabe.




                                          La bondad y
                                          organización
                                          pacífica de Witiza
                                          vencieron las
                                          facultades
                                          guerreras de
                                          Rodrigo




Lo que los árabes encontraron aquí fue un pueblo culto, amante de la libertad pero atropellado, y
los andaluces los recibimos como amigos, como en otros tiempos lo fueron los griegos.

El pueblo andaluz, bajo la administración andalusí, no tardará en recobrar un estado de
independencia y esplendor sólo comparable al del lejano Tartessos.


                                                               Continúa en el Capítulo II




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De Nuestra AutonomíA CapíTulo 1.Doc.

  • 1.
    De nuestra Autonomía Capítulo I ¿QUE SIGNIFICA LA PALABRA AUTONOMÍA? En el caso de un avión, barco o cualquier otro vehículo, se entiende por autonomía la capacidad máxima de efectuar un recorrido sin necesidad de interrumpir su trayecto para abastecerse de combustible. Un pueblo tiene autonomía cuando está capacitado para desenvolverse sin necesidad de ser dirigido por otro. Al igual que un vehículo, el pueblo autónomo dispone de los mecanismos y reservas suficientes que le eviten depender de una conducción ajena. A mayor capacidad de auto- conducirse, mayor autonomía. Cualquier pueblo tiene derecho a la autonomía que le corresponda por su capacidad de administrarse a sí mismo y a conducirse por el camino que más le convenga. La autonomía la solicitan también las comunidades que, aún integradas en otra mayor, necesitan luchar contra una administración centralizada o asimétrica; y es que suele ocurrir que dentro de un mismo Estado haya pueblos que se desarrollan más que otros, debido a una mala organización que concentra el poder en un lugar determinado. A esta forma de gobernar se le llama centralista ya que controla desde un solo punto toda la administración estatal. Para administrar a un pueblo se deben tener en cuenta sus peculiaridades culturales y humanas, su economía, sus recursos naturales,... y estos datos quienes mejor los conocen son las personas que forman su sociedad. Y es que la autonomía -como tal forma de autogobierno- está siendo aplicada en todos los estados modernos, que solucionan así los problemas de concentración de los poderes públicos. Si cada pueblo puede legislarse y administrarse a sí mismo, como así reconoce nuestra Constitución, resurgirán la concordia, el bienestar y como consecuencia una mejor gestión de los intereses comunes, o sea, el progreso. Aparte de los casos catalán, vasco, andaluz, gallego,... en Europa se ha aplicado con éxito en Gales, Escocia, Suiza,...etc. A propósito de “EL RETO DE LA AUTONOMÍA POLÍTICA EN ANDALUCÍA” -obra recopilatoria de los investigadores Manuel Hijano y Manuel Ruiz Romero-, Carlos Alberto Chernichero Díaz, de la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales de Jerez, Universidad de Cádiz, comenta: “El pasado siglo XX ha supuesto para la Historia de España la aceptación y posterior consolidación de una articulación territorial en torno a las llamadas autonomías. Esta novedosa fórmula descentralizadora ha significado, tras su inclusión en el texto constitucional vigente, la emergencia de un nuevo sistema jurídico-político cuyo primer intento fallido ya se avanzó en nuestra segunda experiencia republicana, siendo hoy por hoy las autonomías una parte fundamental de la estructura orgánica del Estado... La doctrina científica y especializada se ha hecho eco de la importancia de la materia respondiendo a ello con una ingente cantidad de estudios sobre el hecho autonómico. Basta repasar las tesis doctorales, los estudios realizados, y las publicaciones impresas, para constatar que el hecho regional o autonómico en nuestro Estado ha pasado a convertirse materia prioritaria de la investigación científica, investigación ésta realizada fundamentalmente desde las áreas sociales: la ciencia política, el derecho, la sociología, la ciencia jurídica, la historia, la antropología, etc. “ Pero el hecho autonómico andaluz no se puede explicar sólo desde estas perspectivas. Hay otros antecedentes del comportamiento de los pobladores de Andalucía que, unas veces por injustas situaciones y otras porque dentro de cada andaluz subyace un profundo espíritu de pueblo, lo 2ª edición para cosasdeandalucia.com Fernando Repiso Rodríguez
  • 2.
    De nuestra Autonomía Capítulo I definen como pueblo siempre amante de la libertad, insurrecto –aunque no lo aparente- ante los abusos, creador de culturas y nuevas formas de convivencia. Desde que se abatieron entre disputas los esplendores árabes, Córdoba, Sevilla y Granada fueron ejemplos para Europa. Después, el Renacimiento dijo sus primeras palabras en andaluz. No se puede hablar del mundo civilizado sin reconocer la aportación andaluza. Un pueblo que de los trofeos de batallas fabricó aperos de labranza, que escribió las primeras leyes en verso, mestizo por selección consciente, pacifico, que acoge al invasor culto y rechaza al bárbaro; un pueblo solidario, buen vecino, buen hermano, que consigue las cosas en las urnas, aunque siga gritando ¡justicia! desde la Prehistoria, y hoy, a pesar de todo, canta los andaluces queremos / volver a ser lo que fuimos hombres de luz que a los hombres / alma de hombres les dimos.... DESDE LOS TIEMPOS REMOTOS, LA AMBICIÓN SOBRE ANDALUCÍA El remoto Estado independiente de Tartessos pasa en los años 800 a. de C. por su más alto grado de florecimiento: la rica minería y el activo comercio con los pueblos del Mediterráneo y norte de Europa son sus principales fuentes de desarrollo económico y cultural. Pero estas actividades también generarían ambiciones, sobre todo por parte de sus principales clientes, los tiro-fenicios. Los reyes tartessios habían autorizado el asentamiento fenicio y posterior fundación de colonias o factorías costeras que facilitaran el movimiento comercial entre ambos pueblos, lo que confirió a éstos un mayor conocimiento, tanto del mercado tartessio como de sus recursos propios. De ahí, que deseando esos privilegios para sí, los fenicios, con la ayuda de sus flotas de Utica, Cartago y Tiro, presentaron batalla al Estado de Tartessos en la pequeña e indefensa isla de San Sebastián - Cádiz- consiguiendo la victoria. Cádiz, antigua Isla de San Sebastián, donde se libró la primera batalla por la libertad andaluza frente a la ambición fenicia. La derrota sufrida por el rey de Tartessos, Gerión, en esta primera batalla por la independencia, sumirá a nuestro primer Estado Libre en largos años de dependencia y esclavitud. La primera oportunidad de liberación que se le presenta a Tartessos surge cuando los 2ª edición para cosasdeandalucia.com Fernando Repiso Rodríguez
  • 3.
    De nuestra Autonomía Capítulo I tiro-fenicios son sometidos por Asiria, circunstancia que aprovecha el nuevo rey andaluz Arghantonio, que en el año 650 a. de C. consigue recuperar la independencia durante ciento cincuenta años, hasta la total destrucción del reino tartessio a manos de los imperialistas cartagineses. Otra vez la riqueza minera andaluza atrajo la ambición, ahora de Cartago, que inicia por tierras andaluzas la conquista de la Península Ibérica. Los pueblos que componían aquella esplendorosa y remota Andalucía, poco duchos en el manejo de las armas, se alían con los celtíberos, y al mando de su caudillo Istolacio y del joven turdetano Galvo, oponen resistencia al ejército cartaginés, que vence dada su superioridad técnica y numérica -segunda ocasión en la que los andaluces presentan batalla por la defensa de su integridad territorial-. A partir de la destrucción de Tartessos, los cartagineses conquistan toda la Andalucía turdetana y partes importantes de las actuales tierras de Badajoz y Murcia, convirtiéndose con esto en los dueños de la mayor riqueza en metales nobles del mundo, especialmente de plata, con lo que se costearon sus ambiciones expansionistas. El dominio del Mediterráneo y el control del Estrecho de Gibraltar -para evitar competencias mercantiles con el Atlántico- fueron los mecanismos que culminaron el enriquecimiento del codicioso pueblo cartaginés a través de los doscientos cincuenta años de ocupación de nuestras tierras. Las guerras púnicas trajeron otro invasor a Andalucía: al frente de las legiones romanas penetró Publio Cornelio Escipión, apodado El Africano, con la intención de conquistar la fértil tierra andaluza, pero ante la nueva invasión, los andaluces intentaron durante más de dos años liberarse del conquistador. El romano Escipión, apodado El Africano que al conquistar la Turdetania tartésica y parte del norte de África, fue recibido con honores. En el año 197 a. de C., el rey turdetano Gulchas, que mandaba sobre diecisiete ciudades andaluzas, en unión de Luxinius, que reinaba sobre otras cinco, y en colaboración con más de diez mil celtíberos contratados expresamente para la guerra, se levantó contra las legiones romanas, al mando de las cuales estaba el prétor Apio Claudio. Esta rebelión fue reprimida por contar el romano con un ejército más experto, con mayores medios y adelantos bélicos, lo que no impidió que los andaluces-turdetanos lucharan con tal valor que el prétor se vio obligado a pedir ayuda a su cónsul para poder vencer. La Andalucía turdetana, heredera de Tartessos, se enfrentaría nuevamente al invasor romano en varias ocasiones. En el año 196 a. de C. los reyes Budar y Basadines, unidos frente al enemigo 2ª edición para cosasdeandalucia.com Fernando Repiso Rodríguez
  • 4.
    De nuestra Autonomía Capítulo I común, oponen fuerte resistencia a los gobernadores romanos Manlio y Catón, que no consiguieron dominarles hasta el año siguiente. De nuevo los andaluces turdetanos serían objeto de brutal represión por haber participado en las guerras civiles entre César y Pompeyo. Al término de las contiendas, el gobernador Longinus, que quedó al lado del victorioso César, ordenó crucificar a cientos de andaluces de Itálica cuando éstos montaron en rebeldía por los excesivos impuestos; mas el invasor romano, a pesar del régimen militarista, trajo progreso y organización. La cultura autóctona andaluza, primero de Tartessos y ahora turdetana, ambas de acusada independencia, no fueron del todo anuladas a pesar de la sangre y el fuego destructor descubierto en los distintos niveles arqueológicos, que muestran la huella de una identidad no desaparecida y subyacente bajo la aparente sumisión de los derrotados. Bustos de Pompeyo y César en el Museo de Copenhague Andalucía ofrecía todas las condiciones para los planes de desarrollo y expansión romanos. En el año 27 a. de C. fundan la provincia Bética, la más rica de todas sus colonias, y ante la acusada personalidad de los andaluces -pueblo libre y culto que no se opone a la acción civilizadora de Roma-, no dudan en otorgar a esta provincia AUTONOMÍA en lo económico, en lo militar y no poco en lo cultural y legislativo (moneda, hacienda, ejército permanente propios y ciertos favores y derechos en la contribución de impuestos). Tanto fue así que la legislación de la Andalucía Bética dependía directamente del Senado, mientras que el resto de la Península Ibérica era administrada por el Ejército. Contra la difundida idea de que Andalucía fue romanizada, los hechos -en alianza con el tiempo- han demostrado todo lo contrario, que más bien fue Roma la que se "andaluzó". Una fusión que todavía se conserva en la actualidad. En la Bética, la convivencia es la base de la sociedad romano-andaluza, pero en el norte, en la Lusitania, aparece un líder "independentista" que intentará en varias ocasiones derrocar el poder romano: Viriato. La insistencia de los lusitanos estaría motivada, como siempre, por la posesión de las riquezas mineras andaluzas. Los andaluces lucharán junto al culto romano contra el bárbaro, y Viriato es expulsado de la Bética. 2ª edición para cosasdeandalucia.com Fernando Repiso Rodríguez
  • 5.
    De nuestra Autonomía Capítulo I A partir del año 410, los pueblos bárbaros invaden la Península: por el Sur entran los silingos en sucesivas y devastadoras oleadas, aprovechando la crisis del Imperio Romano. Las matanzas y saqueos de que son objeto Sevilla, Cartagena y otras ciudades, debilitan el poder defensivo de Andalucía; en el año 543, los godos, que federados con el Estado Romano habían entrado en la Península con la intención de arrojar los restos bárbaros, trasladan su corte de Barcelona a Sevilla para controlar mejor la lucha que sostienen los andaluces por su independencia. En el año 549, Sevilla se defenderá en varias campañas del invasor, en una de las cuales caerá el rey ostrogodo Teudiselo. Por iguales motivos, Córdoba se levanta contra el rey Akhila que, empeñado en someter al pueblo andaluz, tuvo que huir ante la presión de los cordobeses, refugiándose en Mérida. En el año 550, de nuevo Córdoba vence al recién entronado Agila; mientras, Sevilla se subleva contra Atanagildo, que lograría someterla. En otra ocasión, año 554, el emperador bizantino Justiniano llega a saber de las insurrecciones andaluzas y ante la posibilidad de apoderarse de la rica zona, acude en ayuda de los sublevados y vence a los godos con la colaboración andaluza, ocupando Málaga, Cartagena y Córdoba. Diez años durarían los intentos andaluces por su independencia, luchando en múltiples ocasiones contra el último godo Atanagildo, hasta su muerte en el año 570, que trajo a Leovigildo como nuevo rey visigodo. A partir de la toma del poder por parte de Leovigildo, caerán devastadas Málaga, Granada, Medina Sidonia, Baza, y en el año 672 la independentista Córdoba a la que se habían adherido miles de campesinos de los alrededores, depondrá las armas. Una nueva e importante rebelión tuvo lugar en Sevilla. Hermenegildo, hijo del propio rey Leovigildo, con la ayuda de católicos, judíos y romanos andaluces y bizantinos -enemigos también del centralismo y opresión del rey- dirigió una gran sublevación con intenciones independentistas, hasta ahora disfrazada de cruzada religiosa. Después de la caída de Cáceres y Mérida en poder de Leovigildo en el año 582, éste envía un potente ejército al mando de Suintila, tomando Sevilla en el verano del 583, al año siguiente caería Córdoba. Hermenegildo sería decapitado aquel mismo año en Tarragona y aquí es donde se inicia uno de los períodos de mayor decadencia moral y política conocidos en la Historia de Andalucía. El rebelde rey Hermenegildo, encarcelado y después ejecutado por disconformidad religiosa y política. Los habitantes de la provincia Bética se reunieron en torno a su causa pero no pudieron evitar el desastre y la posterior decadencia a la muerte del buen rey. Óleo de Goya Una población ampliamente discriminada por el poder godo, sobre todo en lo religioso, no admitiéndose la libertad de culto; un régimen de servidumbre que obligaba a los labriegos a pagar 2ª edición para cosasdeandalucia.com Fernando Repiso Rodríguez
  • 6.
    De nuestra Autonomía Capítulo I a los terratenientes tributos que variaban entre la mitad y las cuatro quintas partes de la cosecha conseguida; la esclavitud y el descenso cultural que sufriera la civilización aquí alcanzada; el caciquismo y las incesantes guerras civiles,... Los judíos son declarados esclavos, se ordena que sean desposeídos de sus hijos al cumplir los siete años de edad, y si no aceptaran estas condiciones o la conversión al cristianismo -religión del Estado- serían condenados a la servidumbre perpetua. LOS ANDALUCES NO SERÍAN SORDOS ANTE TANTA INJUSTICIA Por suerte un rey bárbaro se andaluza, Witiza: un rey humano que manda convertir las armas en instrumentos de labranza, que desobedece a los Concilios de los Obispos y protege a los perseguidos judíos y a las clases más desheredadas. Witiza ordena la ejecución del rey Teodofredo, responsable de tan ineficaz administración e injustas medidas represivas; este hecho provoca la reacción de Rodrigo, hijo de Teodofredo, que da muerte a Witiza en venganza por la ejecución de su padre. Los hijos de Witiza, el prelado de Sevilla Don Oppas y el gobernador bizantino Conde Don Julián, Señor de las Marismas, se organizan para derrocar el poder del nuevo rey Rodrigo. Con la colaboración de judíos, marginados, agricultores y descontentos del centralismo e intenciones expansionistas de Rodrigo, solicitan la ayuda del gobernador del Africa Norte (Al Mogreb), Musar Ibn Musayr, que manda una primera expedición por Andalucía, quedando Rodrigo derrotado en la batalla de Guadi Becca (Laguna de la Janda), mal llamada batalla del Guadalete, en el año 711. Esta histórica fecha abre las puertas al Islam, que inicia su asentamiento en Andalucía, siendo acogido por el pueblo andaluz como un auténtico libertador. Cuentan que la propia viuda de Rodrigo, de nombre Egilona, quedó en Andalucía atraída por la tierra y el amor de un árabe. La bondad y organización pacífica de Witiza vencieron las facultades guerreras de Rodrigo Lo que los árabes encontraron aquí fue un pueblo culto, amante de la libertad pero atropellado, y los andaluces los recibimos como amigos, como en otros tiempos lo fueron los griegos. El pueblo andaluz, bajo la administración andalusí, no tardará en recobrar un estado de independencia y esplendor sólo comparable al del lejano Tartessos. Continúa en el Capítulo II 2ª edición para cosasdeandalucia.com Fernando Repiso Rodríguez