La autonomía se entiende como la capacidad de un pueblo para gobernarse sin la intervención de una administración centralizada, lo cual es esencial para su desarrollo y bienestar. La experiencia de Andalucía, y otras comunidades en Europa, demuestra que un mayor grado de autogobierno puede mejorar la gestión de intereses comunes y fomentar la concordia. A lo largo de la historia, Andalucía ha luchado por su independencia y identidad, enfrentándose a diferentes invasores y sistemas centralistas, lo que ha forjado su carácter solidario y cultural.