Jesús se dirige a sus once discípulos en Galilea después de su ascensión y les encarga continuar su misión de hacer discípulos a todos los pueblos, bautizándolos y enseñándoles todo lo que Jesús les mandó. Aunque Jesús se va, permanecerá con ellos todos los días hasta el fin de los tiempos a través del Espíritu Santo, y la misión de dar a conocer su mensaje queda ahora en manos de sus seguidores.