Durante el confinamiento en España, los pagos en efectivo disminuyeron significativamente a favor de métodos digitales, lo que demuestra que el consumo no se vio afectado por la ausencia de moneda fiduciaria. Sin embargo, la eliminación total del efectivo plantea preocupaciones sobre la inclusión social, la privacidad y los riesgos de una dependencia tecnológica. Aunque se argumenta que el efectivo ayuda a reducir la economía sumergida, la propuesta de su desaparición enfrenta críticas por las implicaciones en la libertad financiera y la necesidad de abordar problemas más amplios como los paraísos fiscales y las criptomonedas.