La corrupción es una lacra histórica. Ya en la antigua Roma el término corrupción aludía, etimológicamente, a la descomposición, alteración y falsificación de los actos o contratos a través del soborno y la seducción de administradores de la cosa pública. Roma publicó leyes severas en virtud de las cuales a los funcionarios corruptos se les cortaba la nariz y se les introducía seguidamente en un saco para ser arrojados al mar.