El dragón Andrés no podía lanzar llamas como los otros dragones porque era de buen humor en vez de enojado. Un hada lo consoló y le explicó que las llamas salen de los dragones enojados. Más tarde, Andrés hizo reír a los otros dragones con payasadas en vez de enojarse, y así pudo unirse a su diversión sin lastimar a nadie con fuego.