El plan de renovación de Haussmann en París, durante el gobierno de Napoleón III, transformó la ciudad medieval en una metrópoli moderna mediante la reestructuración de su red viaria, la creación de espacios públicos y la mejora de la infraestructura técnica y sanitaria. Este ambicioso proyecto buscaba hacer de París una ciudad más segura, hermosa y funcional, pero también resultó en la desconexión social entre las clases y el desplazamiento de la clase obrera hacia la periferia. Además, se destacó la importancia estética y funcional de los nuevos edificios, que buscaban una homogeneidad arquitectónica y una mejor calidad de vida para sus habitantes.