El capítulo trata sobre la ruptura de la unidad cristiana debido a la Reforma iniciada por Martín Lutero en el siglo XVI, que desafió la autoridad del Papa y llevó a la formación de iglesias protestantes. La Reforma surgió de un descontento general con la Iglesia católica, incluyendo la venta de indulgencias y la corrupción en el clero. En respuesta, la Contrarreforma católica buscó reafirmar la autoridad y prácticas de la Iglesia, culminando en el Concilio de Trento que implementó reformas doctrinales y disciplinarias.