El autor reflexiona sobre la situación crítica de su país, señalando que los problemas no son solo atribuibles a los líderes políticos, sino que radican en la conducta y valores de la sociedad misma. Critica la cultura de la corrupción y la falta de responsabilidad cívica, sugiriendo que un cambio en la población es necesario para mejorar la nación. Concluye que, sin un cambio colectivo en la mentalidad y comportamiento, ningún nuevo presidente podrá lograr avances significativos.