TORRE PACHECO: EJEMPLO DE UN DEBATE APLAZADO SINE DIE.
Escribir sobre la inmigración es un ejercicio arduo y arriesgado. la acogida de los extranjeros se justifica por la imperiosa necesidad de reforzar nuestro colectivo laboral, amenazado por el invierno demográfico que se nos avecina
TORRE PACHECO: EJEMPLO DE UN DEBATE APLAZADO SINE DIE.
1.
TORRE PACHECO: EJEMPLODE UN DEBATE APLAZADO SINE DIE.
Manfred Nolte
Escribir sobre la inmigración es un ejercicio arduo y arriesgado. La entrada
de extranjeros en el país solivianta a unos aludiendo a su falta de
integración y a sus excesos o delitos, y despierta la tolerancia en otros,
apelando a los derechos humanos y a la magnanimidad en un mundo
profundamente injusto en la distribución de sus dones. Ninguna de las
dos razones es tan evidente como la de que la acogida de los extranjeros
se justifica por la imperiosa necesidad de reforzar nuestro colectivo laboral,
amenazado por el invierno demográfico que se nos avecina.
Los disturbios en Torre Pacheco, desencadenados por la agresión a un
anciano el 9 de julio de 2025, han destapado las fisuras de un debate
postergado. La violencia xenófoba que irrumpió en las calles de este
municipio murciano, con ataques a comercios y vehículos en el barrio de
San Antonio, no solo transgrede la legalidad, sino que pone en jaque la
estabilidad económica de una región que respira gracias a sus migrantes.
En España, donde son varios los sectores que descansan sobre manos
extranjeras, cabe preguntarse: ¿cómo ordenar este fenómeno sin ceder al
marginamiento y al rencor? La respuesta no está en los extremos, en
clausurar fronteras, o en abrirlas sin control alguno, sino en la
determinación de un marco legal, todavía aparcado de forma
incomprensible, que armonice necesidades económicas y cohesión social,
alejándose de la crispación que envenena cualquier solución creativa.
Torre Pacheco, con sus 40,000 habitantes, un tercio de origen migrante, es
un reflejo de los retos de la España que debe acoger al trabajador
2.
extranjero. La agriculturaintensiva, impulsada por el trasvase Tajo-Segura,
ha convertido esta árida comarca en una huerta próspera que demanda
abundante mano de obra. Los migrantes, mayoritariamente magrebíes,
ocupan empleos que los españoles rehúyen: recolección de frutas, trabajos
en la construcción o cuidados domiciliarios. Datos recientes revelan que el
70% de los empleos creados en España en 2025 fueron ocupados por
extranjeros, y desde 2019, el empleo foráneo creció un 47% frente al 3,6%
del nacional. Sin esta fuerza laboral, algunos sectores clave colapsarían.
Sin embargo, la precariedad de estos trabajos, de bajo valor añadido,
perpetúa un modelo económico frágil. A ello se suma el desarraigo de los
jóvenes de segunda generación, los ‘ninis’ que, como señala Nabil Moreno,
presidente de la comunidad musulmana local, no se sienten ni españoles ni
marroquíes. Excluidos, sin formación ni horizontes, su frustración es un
polvorín en potencia que estalla circunstancialmente en conflictos como los
de Torre Pacheco, avivados por bulos en redes y discursos que
estigmatizan al ‘otro’, al extranjero.
La retórica incendiaria, aunque no exclusiva de un solo actor, ha jugado un
papel sombrío. Algunas voces, amplificadas por plataformas como
Telegram, han asociado migración con delincuencia, justificando ‘cacerías’
que dejaron cinco heridos y 13 detenidos. Este discurso, que elude
condenar la violencia, ignora una inapelable verdad económica: los
migrantes son un pilar del crecimiento, y en España, con una famélica tasa
de fecundidad de 1,2 hijos por mujer, estos nuevos españoles rejuvenecen
la población y sostienen las pensiones. Pagan impuestos sin apenas
consumir servicios públicos sanitarios, aliviando, en su medida, un déficit
fiscal que, sin ellos, se agravaría. Está sobradamente fundamentado que
las deportaciones masivas, como las que algunos proponen, son disparos
al pie de nuestra propio bienestar. En Murcia, donde la economía depende
de cultivos de regadío, propuestas como las deportaciones dispararían la
inflación, reducirían la producción agrícola y dañarían las finanzas públicas,
afectando desde los precios de los alimentos hasta los ingresos fiscales.
La imprescindible ordenación del fenómeno inmigratorio no implica
rechazarlo, sino alinearlo con las necesidades del país. España debe
regular los flujos con cuotas basadas en la demanda laboral y la capacidad
de integración. También debe procurar la atracción de talento cualificado,
con mejoras de la fiscalidad y otras, para competir con destinos como
Canadá o Alemania, que captan especialistas mientras nosotros recibimos
mayoritariamente trabajadores de perfil modesto.
3.
La formación esigualmente crucial: programas para el cultivo, capacitación
e integración de los jóvenes de segunda generación no solo prevendrían
conflictos, sino que elevarían la productividad del colectivo.
Combatir la desinformación en redes que en Torre Pacheco viralizó videos
falsos y azuzó el odio, es otra urgencia. Los migrantes no compiten con los
nativos, sino que les son complementarios, porque desempeñan roles
esenciales que los españoles evitan. Un modelo ordenado, con una
normativa que se evidencia de máxima prioridad, maximizaría este
beneficio, fortaleciendo la economía sin fracturar la convivencia.
Ordenar la inmigración es un acto de responsabilidad, no de dureza. Es el
sendero para que nuestra economía prospere, nuestra sociedad se
fortalezca y nuestros pueblos, como Torre Pacheco, no se dividan, sino que
se unan en la promesa de un progreso compartido.