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Laurell, AC. Ciencia y Experiencia Obrera - La Lucha Por La Salud en Italia

Este documento analiza la lucha de la clase obrera italiana por la salud en la segunda mitad del siglo XX. Señala que los trabajadores se convirtieron en investigadores de sus propias condiciones laborales y de salud a través del "Modelo Obrero", generando conocimiento sobre los peligros en las fábricas. Esto llevó a demandas que se ganaron a través de intensas luchas y llegó a influir en la reforma del sistema de salud en 1978. Sin embargo, el proceso enfrentó contradicciones y

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Laurell, AC. Ciencia y Experiencia Obrera - La Lucha Por La Salud en Italia

Este documento analiza la lucha de la clase obrera italiana por la salud en la segunda mitad del siglo XX. Señala que los trabajadores se convirtieron en investigadores de sus propias condiciones laborales y de salud a través del "Modelo Obrero", generando conocimiento sobre los peligros en las fábricas. Esto llevó a demandas que se ganaron a través de intensas luchas y llegó a influir en la reforma del sistema de salud en 1978. Sin embargo, el proceso enfrentó contradicciones y

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Cuadernos Polticos, nmero 41, Mxico, D. F., editorial Era, julio-diciembre de 1984, pp. 63-83.

Asa Cristina Laurell

Ciencia y experiencia obrera: la lucha por la salud en Italia

I.

INTRODUCCIN

La posibilidad de una clase de hegemonizar la sociedad depende, entre otras cosas, de su capacidad de construir un proyecto histrico, que contempla la organizacin y el desarrollo del conjunto de las actividades sociales y no slo la satisfaccin de sus intereses econmicocorporativos particulares. En este contexto el problema de la orientacin y el contenido de la ciencia se convierte en un problema central. La persistencia de la polmica al respecto, que reaparece reiteradamente bajo formas distintas, muestra que no es una cuestin secundaria ni de fcil solucin. En el debate de la izquierda respecto al problema del papel de la ciencia en el proyecto histrico de la clase obrera, se pueden distinguir esquemticamente tres posiciones, que generalmente no aparecen tan ntidamente o, incluso, a veces mezcladas. Es conveniente, sin embargo, esquematizarlas para resaltar su lgica conceptual-poltica. Una, a grosso modo, le reconoce a la ciencia y a su aplicacin prctica, la tecnologa, carcter neutral en s misma.1 El problema, entonces, consistira en el control sobre ella y el uso que se le da. Los planteamientos polticos que de all se desprenden, son el control democrtico sobre el proceso cientfico-tcnico y por una "ciencia para el pueblo".2 Una segunda posicin sostiene que la ciencia tiene un contenido clasista, en cuanto responde al esfuerzo sistemtico de resolver problemas que corresponden a la realizacin de los intereses de la clase dominante y slo de forma subordinada a los de las clases dominadas. 3 Esto significa que se impulsan determinados procesos cientficos y se frenan otros. Asimismo, en la aplicacin de la ciencia se eligen las opciones tecnolgicas que garantizan la dominacin burguesa sobre el proletariado.4 Esta corriente, entonces, plantea la necesidad de impulsar un proceso cientfico1A. Snchez Vzquez, "La ideologa de la neutralidad ideolgica de las ciencias sociales", La filosofa y las ciencias sociales, ed. Grijalbo, Mxico, 1976, pp. 287-313. 2 J. M. Lvy, Leblond, A. Jaubert, Autocrtica de la ciencia, ed. Nueva Imagen, Mxico, 1980, pp. 61-82. 3 M. Lowy, "Objetividad y punto de vista de clase", Sobre el mtodo marxista, ed. Grijalbo, Mxico, 1974, pp. 9-44. 4 H. Braverman, Trabajo y capital monopolista, ed. Nuestro Tiempo, Mxico, 1975. B. Coria, Ciencia, tcnica y

tcnico que, partiendo del horizonte de visibilidad de la clase obrera, haga aparecer nuevos problemas cuya solucin conlleva la necesidad de generar planteamientos tericometodolgicos distintos y de una rearticulacin del conocimiento existente. Es decir, no slo se trata de controlar democrticamente el proceso cientfico-tcnico, sino de transformarlo y reorientarlo. La tercera posicin, aparentemente la ms radical pero en el fondo conservadora, plantea la ciencia y la tecnologa como procesos que incrementan la desigualdad social y destruyen el patrimonio natural de la humanidad.5 Su planteamiento poltico, consecuente con su concepcin es el ludismo a escala gigantesca; no se trata de asumir control democrtico sobre el proceso cientfico-tcnico ni de transformarlo, sino de destruirlo a secas. Cabe subrayar que, en este esquema de anlisis, no entra la perspectiva de clase ni las contradicciones de clase como elemento explicativo y en este sentido se mantiene la concepcin de la neutralidad social del proceso cientfico-tcnico aun cuando le adscribe un carcter destructivo.6 Junto al problema de qu ciencia y ciencia para qu, el papel de la ciencia en el proyecto histrico de la clase obrera plantea la cuestin del sujeto del proceso cientfico. Es decir, al postular la necesidad de un proceso cientfico como parte del proyecto de clase se impone interrogar respecto a la relacin entre este proceso y la clase que lo sustenta. Podra pensarse como un vnculo externo dado por un cuerpo terico y una orientacin derivada de los intereses de clase, o como un vnculo interno constituido por lo anterior bajo formas orgnicas que integran al sujeto del proceso cientfico y la clase y que ulteriormente convierte a la clase en sujeto del proceso cientfico. Con la divisin del trabajo hoy existente, que separa el trabajo intelectual del manual, el concebir del ejecutar, resulta claro que la clase obrera no tiene una participacin sistemtica y formalizada en el proceso social de generacin del conocimiento. Sin embargo, en cuanto la generacin de un proyecto histrico simultneamente significa la constitucin de un nuevo sujeto social, se va conformando un proceso distinto del conocer-transformar. Esto se manifiesta ms claramente en el terreno de lo poltico, en la confrontacin de clase, donde la experiencia obrera se va incorporando en la construccin de un conocimiento de la realidad que permite forjar una estrategia para su transformacin. Cabe resaltar, sin embargo, que ste no es un proceso espontneo de acumulacin de las
capital, H. Blume ed. Madrid, 1976. 5 I. Illich, Tools for conviviality, ed. Calder and Boyars, Londres, 1973. 6 V. Navarro, "The industrialization of fetishism or the fetishism of industrialization", Social Science and Medicine, vol. 9, n. 7, 1975, pp. 351-63.

experiencias individualizadas o dispersas, sino que pasa por un proceso de depuracin, sistematizacin y generalizacin en el cual la instancia terica juega un papel crucial. La experiencia obrera, en la produccin y en las luchas, es necesaria para conocer la realidad, pero no es inmediatamente reveladora de su esencia, que slo puede ser desentraada a travs de un proceso de teorizacin que encuentra lo general en lo particular y que permite la generacin de un cuerpo de conocimiento desprendible de los portadores particulares de determinada experiencia y de una validez por encima de las situaciones concretas que lo impuls. As, la constitucin del sujeto poltico no es slo la fusin de la voluntad y la experiencia sino que requiere de un proyecto, de una estrategia, o sea, de una prctica basada en el conocimiento cientfico de la realidad. Esta nueva relacin entre teora y prctica que se da en el actuar poltico puede verse como la prefiguracin de la superacin de la divisin del trabajo actual, que vuelve a reunir el pensar la accin transformadora y el ejecutarla. Ciertamente este proceso no se da espontneamente en el campo poltico y menos en otros terrenos de la vida social, sino que necesita ser impulsado y construido conscientemente. La lucha por la salud de la clase obrera italiana, a partir de la ltima mitad de los aos sesenta, es un caso ejemplar por cuanto actualiza, en un proceso poltico intenso, muchos de los problemas arriba planteados. Llevado por la ola de movilizacin obrera contra la organizacin capitalista del trabajo, a fines de los sesentas, el llamado Modelo Obrero, basado en la experiencia obrera, se convierte en un instrumento de exploracin de la nocividad del trabajo fabril. Durante los aos siguientes decenas de miles de trabajadores devienen en investigadores de sus condiciones de trabajo y salud y a partir del conocimiento as generado se van planteando demandas que se ganan en luchas intensas en las fbricas. Tal es la importancia del Modelo Obrero, que incluso en un momento llega a hegemonizar el campo de la medicina del trabajo y a generar un ambiente sociopoltico que impulsa la aprobacin de la Ley de Reforma Sanitaria en 1978.7 Sin embargo, no es un proceso que carezca de contradicciones propias y derivadas del contexto poltico-econmico en el cual se desenvuelve, por lo que conoce un retroceso y virtual estancamiento a principios de los ochentas. Desentraar la lgica de este proceso masivo de exploracin de la realidad fabril, donde el sujeto de la generacin de conocimiento son los obreros, los delegados y los consejos de fbrica, que a la vez son los sujetos de la accin transformadora, a mi parecer, permite 7 S. Bagnara, M. Biocca, "D. Mazzonis, Trends in occupational health and safety policy in Italy", International
Journal Health Policy, vol. 11, n. 3, 1981.

precisar el papel de un planteamiento cientfico como elemento ordenador de la exploracin de la realidad y, cmo por el contrario, al no pasar ste por un proceso dinmico de teorizacin, se convierte en una traba de dicha exploracin innovadora. Asimismo, permite analizar cules son las condiciones sociales y polticas que favorecen que los obreros se conviertan en sujetos del proceso de generacin del conocimiento y cmo, en este proceso, se va generando una dialctica entre las masas obreras y sus rganos polticos de representacin; y, finalmente, cmo la correlacin de fuerza entre las clases condiciona el xito del proyecto al desplazarse de una ofensiva obrera a la defensiva y cmo, incluso, la burguesa al analizar cuidadosamente el contenido y la forma de generacin de conocimiento obrera lo usa como parte de su contraofensiva. II. EL PROCESO: LA SALUD NO SE VENDE... PERO TAMPOCO SE REGALA

Las reivindicaciones respecto a la salud han estado presentes en las luchas obreras desde el siglo pasado, ya que la insalubridad de los centros de trabajo y sus efectos devastadores sobre los trabajadores eran notorias desde el inicio de la industrializacin. Sin embargo, las demandas de salud planteadas por el movimiento obrero han ido variando. En un principio las reivindicaciones sanitarias ms sobresalientes fueron la reduccin de la jornada laboral y la regulacin del trabajo infantil y femenino, ambas cuestiones encamina-das a frenar la expoliacin brutal de la fuerza de trabajo. Posteriormente, y con el desarrollo de la medicina moderna, las luchas obreras se centran en lograr el acceso a los servicios mdicos y el pago por daos sufridos en accidentes y por la exposicin a sustancias nocivas en el trabajo. En esta etapa la estrategia del movimiento obrero era garantizar la subsistencia de los trabajadores a travs de la seguridad social y la monetarizacin del dao laboral. Es decir, se buscaba esencialmente generar condiciones que prohibieran que la enfermedad lanzara a la indigencia al trabajador y su familia. La concepcin que subyace a estas reivindicaciones es, por una parte, que la salud, como parte de la mercanca fuerza de trabajo, tiene un precio y, por la otra, que el proceso de produccin con sus efectos sobre la salud obedece a la lgica neutral del progreso cientficotcnico y por tanto resulta esencialmente inmodificable. Asimismo, se toma como un hecho que la concepcin mdica dominante de la enfermedad y de sus causas es verdadera y exhaustiva. La consigna levantada por el movimiento obrero italiano "La salud no se vende" marca no slo una nueva etapa de lucha, sino potencialmente un cambio de concepcin profundo. En primer lugar, saca la cuestin de la salud de la lgica reivindicativa de la

relacin trabajo-capital por cuanto la ubica no como una parte cotizable de la fuerza de trabajo sino como parte vital del obrero. Deja de ser mercanca y deviene en necesidad y potencialidad humana; deja de ser cantidad negociable y deviene en calidad irrenunciable. En segundo lugar, significa una rebelin contra la idea de lo inmutable de la organizacin capitalista del trabajo tal como se expresa en el proceso laboral, ya que el rechazo a la venta de la salud no implica la renuncia a la indemnizacin sino plantea la necesidad y posibilidad de transformar aquellas condiciones de la produccin que desgastan y mutilan a los obreros. En tercer lugar, potencialmente y en particular a travs de la prctica desarrollada para sustanciar la consigna, contiene una concepcin distinta de la enfermedad y sus causas. As, la ltima etapa de lucha por la salud, ejemplarmente emprendida por los obreros italianos, al tiempo que es la continuacin de las luchas precedentes, muestra una maduracin del pensamiento y la prctica obrera, que prefigura un cambio cualitativo en el modo de plantearse la cuestin de la salud, que rompe en todos los planos con la concepcin burguesa. Esto no ocurre instantneamente sino que se gesta en un periodo de preparacin seguido por otro de socializacin y de consolidacin. Sin embargo, en la medida en que la propia rapidez del proceso y su insercin en un campo de aguda lucha de clases no permiten la asimilacin plena de la experiencia y su sistematizacin y teorizacin, se llega a un momento de estancamiento y retroceso. Puesto a la defensiva, el movimiento obrero se ve obligado a retomar el elemento puramente reivindicativo y aade: la salud no se vende... pero tampoco se regala.8 a. El periodo de gestacin (1960-1967) El hecho de que la lucha por la salud obrera se plantea en nuevos trminos claramente se relaciona con cambios importantes en las condiciones objetivas de la clase obrera, que permiten revelar conexiones entre el trabajo y la salud anteriormente ocultas y que abren la posibilidad de una nueva prctica. La transformacin de los planteamientos en salud obedece, pues, a las caractersticas de la clase obrera que se conforma en el proceso econmico y sociopoltico de la Italia de posguerra. Un indicador de las mutaciones que este proceso provoc es el empleo industrial, que pas del 29% de la poblacin econmicamente activa (PEA) en 1951 al 42% en 1971, lo que en nmeros absolutos corresponde a un incremento de aproximadamente 2.4 millones de

8 Intervencin de C. Marchetto, FLM, Turn, Quaderni di Rassegna Sindicale, vol. 18, n. 83, 1980.

trabajadores industriales.9 Este crecimiento se deriva principalmente de la expulsin masiva de trabajadores de las actividades agrcolas, ya que el empleo en ellas disminuye en el mismo periodo del 44% de la PEA al 18%, esto es, un decremento de casi 5.3 millones de trabajadores.10 Finalmente hay una expansin importante del empleo en el sector servicios y comercio del 27% de la PEA al 39%.11 En trminos geogrficos, estos cambios corresponden a una migracin masiva del campo a la ciudad y del sur agrcola deprimido al norte industrial en expansin. As, los obreros se concentran en los grandes centros fabriles del norte de Italia y especialmente en las grandes empresas que para 1971 emplean el 45.5%12 de la fuerza de trabajo industrial. El modelo de acumulacin italiano de los aos cincuenta y sesenta tiene como uno de sus rasgos fundamentales el crecimiento hacia afuera, o sea, su parte ms dinmica es la produccin destinada a la exportacin basada, entre otros elementos, en el pago de salarios comparativamente bajos. El problema de la competitividad internacional, entonces, resulta clave y lleva a la reestructuracin tecnolgica y la intensificacin del trabajo a partir de finales de los aos cincuenta, tendencia que se profundiza especialmente a partir de la recesin de 1963-64.13 La generalizacin de las caractersticas tayloristas-fordistas del proceso de produccin se expresa en incrementos acelerados en los ritmos y cargas de trabajo, recortes de personal y descalificacin obrera.14 Cabe subrayar que no slo abarcan a los obreros sino tambin a los tcnicos y empleados industriales.15 De esta manera se logra un incremento rpido de la productividad, que en el conjunto de la economa alcanza un promedio anual del orden de 6.4%, al tiempo que son expulsados del mercado de trabajo aproximadamente 900 mil trabajadores entre 1960 y 1969.16 Los incrementos en la productividad llegan a ser todava ms vertiginosos en la gran industria, donde el recambio tecnolgico y la intensificacin del trabajo utilizando los mtodos de M-T-M implican saltos en la productividad de hasta 100% en unos cuantos meses.17 Los cambios en los procesos de trabajo y en las caractersticas de la clase obrera empiezan a expresarse en sus luchas y en la problemtica abordada terica y prcticamente a inicios de los sesentas, gestndose as las condiciones subjetivas de los grandes combates futuros. El
9 V. Valli, L'economia e la politica economica italiana, 3a. ed., ETAS Libri, Milano, 1982, p. 11. 10 Ibid., p. 11. 11 Ibid., p. 202. R. Spesso, L'economia italiana dal dopoguerra a oggi, ed. Riuniti, Roma, 1980, pp. 57.61. 12 Valli, op. cit., p. 17. 13 Ibid., p. 74-84. 14 F. Chiaramonte, Sindicato, ristrutturazione, organizzazione del lavoro, ed. Sindicale Italiana, Roma, 1978, p. 121. C. Perna, Breve storia del sindicato, 2a. ed., ed. De Donato, Bari, 1981, pp. 238-39. 15 Perna, op. cit., pp. 239-40. 16 Valli, op. cit., pp. 71-72. 17 Perna, op. cit., p. 239.

momento de viraje es el rechazo obrero, expresado en gigantescas movilizaciones, del intento de derechizacin del rgimen apoyado por los neofascistas, que hace caer el gobierno Tambroni en 1960.18 Despus de este contundente reingreso del movimiento obrero en la escena poltica sigue un ciclo de movilizacin sindical-contractual, que sobre todo en las luchas de los metalmecnicos prefigura lo que ser el contenido, los ejes programticos y las formas de lucha de las grandes movilizaciones posteriores. As, se plantea por una parte como demandas centrales incrementos salariales no subordinados a la productividad, mejoramientos en las condiciones de trabajo, reduccin de la jornada, fijacin bilateral de los ritmos y el destajo, etctera, y mecanismos de control sindical sobre ellos a travs de la contratacin articulada, o sea, el derecho a establecer bilateralmente tanto un contrato general de rama como cuestiones particulares a nivel de fbrica. 19 Por otra parte, dentro del movimiento obrero empieza a darse un debate intenso alrededor de los problemas de la unidad con el fin de superar la divisin del movimiento sindical en las tres grandes centrales CGIL, CISL y UIL (Confederazione Generale Italiana del Lavoro, Confederazione Italiana dei Sindicati Liberi, Unione Italiana del Lavoro) de la autonoma del movimiento respecto a los partidos (planteando la incompatibilidad entre cargos de direccin sindical y de direccin y representacin partidaria) y de las formas de representacin de masas y toma de decisiones.20 El recrudecimiento de la explotacin y la recomposicin de la clase obrera pone en el centro la "vuelta a la fbrica", y a partir de la realidad fabril concreta se gestan planteamientos de unidad de clase y democracia de base como fundamentales en una poltica obrera ofensiva por una parte, y de la lucha contra la organizacin capitalista del trabajo, por la otra. Es significativo que este proceso, tambin, se exprese en el campo terico con una vuelta a Marx con una lectura centrada en el anlisis del proceso de producin, sus formas histricas especficas y sus implicaciones en la condicin obrera, objetiva y subjetiva.21 El periodo de 1960 a 1968, es, pues, de gestacin en todos los planos; de preparacin terica y de ensayo de nuevas prcticas. El empeoramiento de las condiciones de trabajo ocurrido durante el periodo 1960-1968 se refleja ntidamente en el hecho de que el nmero de accidentes industriales se incrementa en

18 Chiaramonte, op. cit., p. 119. C. Berna, Breve storia del movimento sindicale (1943.1982), ed. Ediesse, Roma, 1983, pp. 59.61. G. Grisoni, H. Portelli, Le lotte operaie in Italia, ed. Rizzoli, Miln, 1972, p. 79. 19 Ibid., PP. 63-64 y 162-63. 20 Grisoni-Portelli, op. cit., pp. 77-93. Chiaramonte, op. cit., pp. 119-25. 21 Vase por ejemplo, A. de Palma, R. Panzieri, M. Salvati, B. Beccalli, A. Lettieri A. Gorz, La divisin capitalista del trabajo, ed. Pasado Presente, Buenos Aires, 1974; Quaderni Rossi, que aparecen en 1962.

un 15%, de 1 035 913 a 1 187 756,22 aun en presencia de un decremento en el empleo de un 5%.23 La situacin respecto a las enfermedades profesionales industriales es todava ms grave, ya que en el mismo periodo suben de 22 976 a 48 937, o sea, en 113%. 24 Es posible que una parte del incremento obedezca a una mayor deteccin de las enfermedades ocupacionales, cuestin que, sin embargo, solamente refuerza la idea de que la problemtica de salud en el trabajo adquiere una mayor visibilidad social en estos aos. La confrontacin entre los datos de accidentes y enfermedades del trabajo y el nmero de trabajadores industriales, aproximadamente 5.5 millones, pone en evidencia que forman parte de la vida cotidiana fabril y estn lejos de ser situaciones de excepcin. Esta realidad lacerante impulsa una serie de actividades y planteamientos respecto a la salud en general y la salud en la fbrica en particular. Es durante estos aos que se va desarrollando una lnea de teorizacin y verificacin emprica del carcter social e histrico de la enfermedad, que se expresa por ejemplo en los trabajos de Berlinguer y Maccacaro25 y durante el congreso "La medicina y la sociedad contempornea" organizado por el Instituto Gramsci, en 1967.26 Se abre, pues, una vertiente de reflexin basada en el marxismo sobre la patogenicidad de la sociedad capitalista y su organizacin del trabajo. Simultneamente empiezan a darse experiencias concretas de estudios en las fbricas con participacin obrera como base para la formulacin de la plataforma reivindicativa de salud.27 De estas experiencias surgen varios planteamientos respecto a la subjetividad obrera colectiva como elemento central para la exploracin de la nocividad del centro de trabajo, respecto a la necesidad de una transformacin de la relacin entre profesionistas y obreros y de la construccin de un lenguaje comn entre ellos y, finalmente, respecto a la elaboracin de un mtodo de conocimiento-accin que sustanciara e hiciera creble la posibilidad de cambiar las condiciones nocivas del trabajo para poder pasar de la monetarizacin de los riesgos laborales a la lucha por su eliminacin. Es justamente de estas reflexiones que surge el "Modelo Obrero", difundido en 1969.28 Parece importante enfatizar dos caractersticas de este proceso por el significado que tienen. Por una parte, es notable que las iniciativas tericas y prcticas innovadoras respecto a
22 G. Berlinguer, La salute nelle fabbriche, 5a. ed., ed. De Donato, Bari, 1977, p. XXV.

23 Valli, op. cit., p. 72.


24 Berlinguer, op. cit., p. XXVI. 25 Vase, por ejemplo, G. A. Maccacaro, Per una medicina da rinnovare, ed. Feltrinelli, Milano, 1979; G. Berlinguer, La salute pelle fabbriche, cit., y Malaria urbana, ed. Villalar, Madrid, 1978. 26 Varios autores, Medicina y sociedad (Actas del Congreso), ed. Fontanella, Barcelona, 1972. 27 Vase por ejemplo I. Oddone et al., Ambiente di lavoro e sindicato, ed. Sindicale Italiana, Roma, 1974, pp. 16-21. A. Caruso, P. Lai, A. Surdo, "L'iniziativa sindicale sui temi dell salute a Torino e in Piemonte", Quaderni di Rassegna Sindicale, vol. 16, n. 75, 1978, pp. 136-37. 28 I. Oddone (ed.), L'ambiente di lavoro, FIOM-CGIL, Roma, 1969

la salud obrera no son generadas por los sindicatos sino que provienen de la interaccin entre obreros y cientficos a partir de la realidad de la fbrica o, alternativamente, de cientficos con un compromiso poltico de izquierda. Hay, por parte de las direcciones sindicales, un reconocimiento formal de la importancia de la problemtica de la salud obrera, como se muestra en la convencin de CGIL-INCA sobre riesgos del trabajo en 1963, pero hay poca actividad concreta.29 Por otra parte, se da durante estos aos una polmica intensa entre los que sostienen que la teorizacin y la reconceptualizacin de la relacin entre el trabajo y la salud carecen de importancia prctica por cuanto slo desembocan en una denuncia poltica general30 y los que vislumbran que una nueva teorizacin es la base necesaria no slo para eliminar los daos inmediatos en la salud obrera sino para convertir la lucha por ella en una lucha anticapitalista y poner las bases de una comprensin de clase de la salud.31 A primera vista puede parecer una cuestin de nfasis derivada de la ubicacin concreta de cada quien, que se expresa en la preocupacin mayor sobre quin debe ser el sujeto del proceso conocertransformar o, alternativamente, sobre el contenido terico-conceptual del proceso. Sin embargo, a mi entender es una polmica clave con implicaciones importantes a largo plazo.

b. El Modelo Obrero El mtodo, llamado Modelo Obrero o Sindical, que se utiliz en la gran mayora de los estudios y luchas por la salud obrera en Italia durante los aos setenta, fue formulado en sus elementos fundamentales a mitad de los sesentas y publicado en 1969,32 o sea, antecede en el tiempo el gran auge de la lucha por la salud. El Modelo Obrero empieza a gestarse a raz de las experiencias de la Comisin Mdica de la Camera del Lavoro de Turn, que en 1964 se convierte en el Centro de Lucha contra la Nocividad del Trabajo y en el cual participan obreros, sindicalistas a ttulo personal, estudiantes y profesionistas.33 La formulacin concreta del modelo, sin embargo, es el resultado de varios aos de trabajo conjunto entre tcnicos (profesionistas) y obreros de la 5a. seccin de FIAT-Mirafiori, coordinados por Oddone.34 Resulta conveniente revisar su
29 Convegno Nazionale: Il rischio da lavoro, INCA-CGIL, Roma, 1964. 30 I. Oddone et al., Ambiente di lavoro, ed. Sindicale Italiana, Roma, 1977, p. 62. 31 Vase por ejemplo, G. Berlinguer, Medicina y poltica, ed. Cuarto Mundo, Buenos Aires, 1975, pp. 65-78; Maccacaro, op. cit., pp. 435-49; Medicina y sociedad, cit., pp. 13-14. 32 Oddone (1969), op. cit. 33 F. Butera: Le ricerche per la transformazione del lavoro industriale in Italia: 1969-1979, ed. Franco Angeli. Miln, 1981, pp. 73-74. 34 A. Caruso et al., Dal gruppo omogeneo olla prevenzione: esperienza Fonderie FIAT-Mirafiori, ed. Regione

contenido terico-conceptual y su forma de operacin, ya que es un elemento fundamental para la comprensin de la dinmica de la prctica nueva que desarrolla la clase obrera italiana respecto a la salud en los setenta. Es indispensable subrayar que es un mtodo de generacin de conocimiento para la accin. 0 sea, de entrada establece un vnculo indisoluble entre conocer y transformar, entre conocimiento y prctica. Su primer elemento se refiere a una manera de ordenar los riesgos del ambiente de trabajo definido como "el conjunto de las condiciones de produccin en las cuales la fuerza de trabajo y el capital se transforman en mercancas y ganancia" en cuatro grupos.35 El primero comprende aquellos factores que estn presentes en el ambiente fuera y dentro de la fbrica: temperatura, iluminacin, ruido, humedad y ventilacin. El segundo se constituye por los factores caractersticos de la fbrica: polvos, gases, vapores y humos. El tercer grupo se refiere a la fatiga derivada del esfuerzo fsico y el cuarto a otros factores que causan cansancio como son los ritmos, la monotona y la repetitividad del trabajo, posiciones desagradables y, finalmente, la ansiedad y la responsabilidad. La razn de ordenar los factores de nocividad o riesgo de esta manera, obedece a que as se sintetiza, por una parte, el conocimiento cientfico (mdico, ergonmico y psicolgico) al respecto y la experiencia obrera de la fbrica, por la otra. Es, as, el "lenguaje comn" entre tcnicos y obreros. Es importante anotar aqu que, con la posible excepcin del grupo cuatro, no media en esta agrupacin de los factores nocivos ninguna reconceptualizacin del cuerpo terico-conceptual de la medicina y la psicologa laboral dominante.36 Para apreciar la innovacin del Modelo Obrero respecto a la medicina o psicologa del trabajo es necesario remitirse a su operacin y a los cuatro conceptos que la sustentan: la experiencia o subjetividad obrera, el grupo homogneo, la no-delegacin y la validacin consensual. As, el proceso de generacin de conocimiento respecto a un lugar de trabajo se basa en el principio de la no-delegacin, o sea, su sujeto principal son los obreros interesados y no sus representantes ni los tcnicos profesionistas. El proceso parte de la observacin espontnea realizada por los obreros respecto a sus condiciones de trabajo y que existe como experiencia acumulada primaria depositada en el grupo. La forma de sistematizar esta experiencia y convertirla en patrimonio comn consciente es a travs de una encuesta, basada en el esquema de los cuatro grupos de factores de riesgo, que se llena colectivamente por un grupo obrero homogneo, o sea, un grupo que labora en condiciones de trabajo iguales. Con el fin de garantizar que los resultados reflejen la experiencia colectiva y no dependan de la
Piemonte, Turn, 1976, pp. 20-25. 35 Cuando no se indica otra cosa en el texto la exposicin se basa en Oddone et al. (1977), op. cit. 36 Confrntese cualquier libro de texto de Medicina del Trabajo.

subjetividad de cada quien, se validan consensualmente. Es decir, slo se registran aquellas observaciones que el grupo homogneo en su conjunto reconoce como correctos y vlidos. Una segunda fase del proceso de investigacin consiste en verificar, a travs de mediciones o registros bio-estadsticos, los hechos revelados en la encuesta colectiva con el fin de cuantificarlos. Esta etapa de cuantificacin est dirigida por la experiencia obrera colectiva no slo en cuanto a qu medir sino tambin dnde y cundo, ya que la encuesta colectiva tiende a precisar no slo qu riesgos hay sino en qu lugar especfico y en qu momentos. Sucesivamente se elabora un mapa de riesgo, que es la representacin, visualizada, del proceso laboral con sus riesgos y daos a la salud. En base al conocimiento as generado el grupo homogneo construye su plataforma de demandas, de nuevo a travs de un procedimiento de validacin consensual, y se traza una estrategia de lucha para lograrlas. Cabe mencionar en este contexto, que frecuentemente se practican formas de lucha que, por as decirlo, ponen en prctica la demanda.37 Por ejemplo, cuando la demanda es bajar el ritmo de la cadena, se pone en prctica dejando pasar cada segunda o tercera pieza sin trabajarla, cambiando de hecho el ritmo de trabajo. En trminos metodolgicos la innovacin del Modelo Obrero no consiste en una reconceptualizacin de la enfermedad ni de la relacin entre el trabajo y la salud, sino en que cambia la forma de generar el conocimiento al respecto. Es as, bsicamente, por dos razones. Primero porque el sujeto del proceso de generacin del conocimiento ya no es el cientfico o el tcnico en el vocabulario del Modelo Obrero sino el grupo homogneo obrero y, secundariamente, el tcnico. Y segundo, porque una de las fuentes de conocimiento fundamental es la subjetividad obrera o la experiencia obrera colectiva. Surge aqu como una problemtica terico-metodolgica central la cuestin del carcter del conocimiento generado bajo esta nueva forma. Estamos frente a una va distinta de generar el mismo conocimiento o, por el contrario, los cambios metodolgicos originan un nuevo conocimiento no generable por otra va? Oddone38 sostiene al respecto que no slo se est generando un nuevo conocimiento, sino, incluso, se est produciendo una "revolucin cientfica" en el sentido kunhiano. Cini39 plantea una posicin distinta al mostrar que permite descubrir problemas ignorados por la ciencia reconocida y generar un conocimiento capaz de impulsar una accin transformadora en funcin de prioridades distintas a las del capital. Sin embargo, resalta que el problema central de este mtodo es que imposibilita el proceso de
37 Chiaramonte, op. cit., p. 416. 38 I. Oddone, A. Re, G. Briante, Esperanza operaia, coscienza di clase e psicologia del lavoro, ed. Einaudi, Turn, 1977, pp. 3-70; Butera, op. cit., pp. 53-69. 39 M. Cini, "Sapere operaio e produzione di scienza", Sapere, n. 345, 1982, pp. 21-27.

extraccin de lo general en lo particular que caracteriza a la ciencia, y por tanto que se salta el nexo fundamental de la dialctica entre teora y prctica. Resulta claro que esta discusin aborda una cuestin central respecto al problema de la ciencia en un proyecto histrico de clase y el vnculo entre ella y la clase que lo sustenta. Es, por eso, importante analizar el devenir del proceso que tiene como sustento tericometodolgico el Modelo Obrero, tanto en su desarrollo interno como en su relacin con el contexto poltico-econmico global. 2. El periodo de socializacin y consolidacin (1968-1974) A pesar de la riqueza de los planteamientos tericos y las prcticas que se vienen gestando durante los aos sesenta y que se expresan en las luchas emprendidas, no dejan de ser ensayos que an no permean al conjunto de la sociedad. Lo que viene a cambiar radicalmente esta situacin son las gigantescas movilizaciones y luchas de 1968 y, especialmente, las del "otoo caliente" de 1969, protagonizadas por millones y millones de trabajadores. Tan slo en las huelgas, que no son ms que una de las mltiples formas de movilizacin utilizadas, participan en 1968 cerca de 5 millones de trabajadores, nmero que sube a 7.5 millones en 1969.40 Durante estos aos no slo se logra un cambio profundo en la correlacin de fuerza entre las clases, sino tambin una transformacin decisiva en las prcticas de las clases subalternas, entre las cuales la clase obrera confirma definitivamente su hegemona y muestra capacidad de disputar la hegemona burguesa en la fbrica y en la sociedad.41 Las caractersticas fundamentales de estas luchas son, por una parte, que se generan desde los centros de trabajo y asumen la forma de una rebelin contra la organizacin capitalista del trabajo y, por la otra, que generalizan formas de democracia obrera directa a travs de la Asamblea, los Delegados y los Consejos de Fbrica surgidos de la accin unitaria entre sindicalizados de las distintas organizaciones y obreros no sindicalizados. Parece haber consenso respecto al peso crucial de la movilizacin desde abajo, con caractersticas importantes de espontaneidad, que rebasa con mucho las iniciativas y la direccin sindicales.42 Es, sin embargo, necesario sealar que estas luchas sintetizan, tambin; la accin e iniciativa de masas y el rico patrimonio terico y de experiencia poltica de la clase obrera italiana, hecho que se muestra tanto por el periodo de gestacin que las antecede como
40 Grisoni-Portelli, op. cit., p. 83. 41 Chiaramonte, op. cit., pp. 162-70; Perna, op. cit., pp. 75-108; Grisoni-Portelli; op. cit., pp. 149-70. 42 V. Foa en Prefacio Grisoni-Portelli, op. cit, pp. 11-12; Chiaramonte, op.cit., p. 135; Perna, op. cit., pp. 169-40.

por su contenido y forma. Resulta especialmente interesante este reprocesamiento del patrimonio terico y de lucha, porque no fue obra, por lo menos en primera instancia, de las organizaciones de clase sindicales o partidarias, sino que ocurri como un proceso difuso y multifocal desde el interior de la clase misma y en su interaccin con otras capas sociales en lucha como los estudiantes e intelectuales. Es decir, aun cuando sea innegable que el trabajo sistemtico y sostenido del sindicato clasista y los partidos obreros es una premisa fundamental del Movimiento Obrero de aquellos aos, no son ellos los que cambian la calidad de la lucha y generalizan la conciencia anticapitalista y la nueva democracia obrera. Si esto es cierto, es porque surge como una cuestin poltica de primer orden la rearticulacin del conjunto de relaciones entre masas obreras, sindicatos y partidos. Incluso, se puede plantear como hiptesis que es la no-resolucin de esta problemtica y las contradicciones que contiene, lo que explica que la burguesa haya logrado revertir posteriormente la ofensiva obrera anticapitalista ms importante de la Europa de posguerra. El hecho de que las luchas asuman carcter de rebelin contra la organizacin capitalista del trabajo, indudablemente se relaciona con el recrudecimiento de la explotacin durante los aos sesenta y con el peso importante, especialmente en la gran industria del norte del pas, de jvenes obreros inmigrantes del sur bruscamente confrontados con el trabajo descalificado y la disciplina industrial.43 Estas condiciones objetivas se complementan con un proceso de desideologizacin respecto a la neutralidad e inevitabilidad de la tecnologa y la organizacin del trabajo imperantes. Es decir, se empieza a concebirlas como expresiones especficas de la explotacin capitalista y por tanto hechos transformables y nudos centrales de la confrontacin de clase.44 En cuanto a hechos concretos, sin embargo, asumen formas particulares en cada una de las fbricas, lo que significa que se necesitan armas de lucha especficas que permitan abordarlos. El instrumento desarrollado y utilizado para este fin es la contratacin articulada que se gan, en principio, en 1962,45 pero que se desarrolla ampliamente justo cuando las luchas contra la organizacin capitalista del trabajo se generalizan. As, los acuerdos de empresa suben de 1 124 en 1967 a 3 870 en 1968 y como conclusin de la lucha del "otoo caliente" los obreros metal-mecnicos, qumicos y de la construccin firman acuerdos locales que regulan destajo, ritmos, cargas de trabajo, instrumentos para el control del ambiente, etctera.46 La otra caracterstica fundamental de las luchas de 1968-69, la nueva democracia obrera,
43 Grisoni-Portelli, op. cit., pp. 117-18. 44 Chiaramonte, op. cit., pp. 135-39 y 164. 45 Perna, Breve steria del sindicato, cit., p. 229. 46 Ibid., pp. 245-48 y 251-61.

hace cambiar a fondo el movimiento obrero italiano, en cuanto genera formas novedosas de participacin y representacin, que desempearn un papel central durante los aos siguientes. Un primer rasgo es que parte del principio de generar la accin desde abajo, desde el departamento y desde la fbrica, construyendo la plataforma de lucha con la participacin de todos los trabajadores interesados. Para lograr esto se tena que romper el obstculo que impona la estructura sindical imperante con la presencia simultnea en los centros de trabajo de tres centrales sindicales, CGIL, CISL y UIL, con distintos vnculos partidarios y de obreros no sindicalizados. Partiendo de la unidad de base se empiezan a implementar asambleas con capacidad de toma de decisiones en las cuales tienen derecho a participar todos los trabajadores, independientemente de su afiliacin sindical. De all mismo surge el esquema de representacin unitaria en la figura del delegado, elegido entre y por el conjunto de trabajadores de determinada unidad de trabajo, por ejemplo en un departamento, de nuevo sin importar su afiliacin sindical. Los delegados de un centro de trabajo, finalmente, forman el consejo de fbrica. Es una estructura de participacin y representacin, pues, que parte de la estructuracin misma de la fbrica y que unifica y hace copartcipes con igualdad de derechos a todos los trabajadores.47 Esta nueva forma de organizacin obrera se construye en las luchas concretas en las cuales se da de hecho la unidad de clase y tiene como resultado devolver a los centros de trabajo a la organizacin obrera, que se haba convertido en una estructura externa a la fbrica con las derrotas sindicales de los aos cincuenta.48 Para 1972 se calcula que hay unos diez mil consejos de fbrica con 97 mil delegados representando a 2.5 millones de trabajadores y para 1974 16 mil consejos con 150 mil delegados representantes de 4 millones de trabajadores.49 Las masas obreras finalmente plantean, como exigencia a las centrales sindicales la unidad, que redundar en la constitucin de sindicatos nicos como el de los metal-mecnicos, FLM, y de los qumicos, FULC, y en el Pacto Federativo entre CGIL, CISL y UIL en 1972. Al centrarse la lucha en torno a la organizacin capitalista del trabajo, la cuestin de la salud obrera se convierte en un tema central por cuanto es una expresin tangible del malestar que provoca aqulla en los obreros. Como en ningn otro hecho se puede leer en la salud obrera la impronta de la explotacin. Aun cuando haya relativamente pocas demandas especficas respecto a la salud y el ambiente de trabajo durante las luchas de 1968-69, stas
47 Ibid., pp. 251-60; Grisoni-Portelli, op. cit., pp. 136-46. 48 Perna, op. cit., pp. 195-220. 49 Oddone, L'ambiente di lavoro (1977), cit., p. 91.

generan las condiciones sociales necesarias para que la lucha por la salud se generalice, no bien empiezan a concretarse las dimensiones de la transformacin y el control obrero sobre el proceso productivo. Asimismo, la nueva democracia obrera, como forma de participacin y organizacin anclada en el centro de trabajo, es la condicin ptima para llevar adelante el proceso de conocer-transformar basado en la experiencia obrera, el grupo homogneo y la nodelegacin. El Modelo Obrero estaba hecho, pues, a la medida de la nueva situacin y "llamaba" poderosamente a los obreros en movimiento. Se barre, adems, con un ltimo obstculo para que el Modelo Obrero se convierta en el instrumento de masas de exploracin de la salud obrera, al quedar inscrito el derecho de intervencin y control de los obreros en la fbrica para proteger su salud e integridad psicofsica en el artculo 9 de la ley "El Estatuto de los Derechos de los Trabajadores", en 1970.50 Durante los aos siguientes se realizan en distintas fbricas miles de estudios en su gran mayora basados en el Modelo Obrero respecto a las condiciones de trabajo y sus repercusiones en la salud, que involucran activamente a decenas de miles de obreros. Es un proceso surgido directamente en los centros de trabajo con la finalidad de concretar la lucha por la transformacin de la organizacin del trabajo y sustanciar los derechos ganados en el "Estatuto de los Trabajadores". Expresa un esfuerzo enorme de masas, imaginativo y original. Participan en l obreros automotrices, siderrgicos, otros metal-mecnicos, qumicos, petroqumicos, de la construccin, textiles, de la confeccin, del calzado, electricistas, agrcolas, etctera.51 Hay un claro predominio de iniciativa en la gran industria como la FIAT, Alfa Romeo, Montedison, Pirelli, Michelin, Tonelli, Italsider, Breda-Fucine, Zanussi, etctera, pero, tambin, en la mediana empresa, frecuentemente con apoyo de instituciones externas al centro de trabajo. Al observar la problemtica abordada en estos estudios resalta que, en general, se enmarca dentro de una visin globalizadora que, partiendo del anlisis de la compleja realidad fabril, sin diferenciar entre ambiente y organizacin del trabajo, va individuando los riesgos y daos a la salud. Resultan, as, igualmente importantes problemas como ritmos y cargas de trabajo, repetitividad y monotona, turnos y horarios, y ruido, sustancias qumicas, humos, vapores, iluminacin, etctera.52 Son estudios que sistematizan y socializan lo que es la vida en la
50 Grisoni-Portelli, op. cit., p. 255. 51 Vase por ejemplo, M. Bioca, P. Schirripa, Esperienze di lotta contra la nocivit, CENSAPI Ed., Roma, 1981; Consiglio di Fabbrica Montedison-Castellanza La salute in fabbrica II, Savelli, Roma, 1974; Caruso-LaiSurdo, op. cit.; FLM di Bologna, "Balancio delle iniziative sull'ambiente di lavoro", Medicina dei Lavoratori, vol. 5, n. 1-2, 1978, pp. 83-122. 52 Vase por ejemplo, Medicina dei Lavoratori, vol. 1-3, 1974-1976; A. Milanaccio, L. Ricolfi, Lotte operaia e ambiente di lavoro: FIAT-Mirafiori 1968-1974, ed. Einaudi, Turin, 1976; Caruso, Dal gruppo omogeneo..., cit.; I. Oddone, M. O. Chiattella, "Prototipo di manuale per la ricerca e it controllo permanente dei rischi e dei danni

fbrica, que merced a ellos deja de ser una experiencia sufrida individualmente. Significan, pues, en palabras de G. Berlinguer, un "gran bao de realidad" y en cuanto tal son inseparables de su fuente de conocimiento: la subjetividad de la colectividad obrera. La importancia estratgica que llega a tener la salud en la lucha contra la organizacin capitalista del trabajo se ex-presa en la conferencia nacional sobre "La proteccin de la salud en los centros de trabajo" organizada por las tres gran-des centrales sindicales: CGIL, CISL, UIL, en Rimini en 1972 con la participacin masiva de Consejos de Fbrica, Delegados y profesionistas.53 En las discusiones, que retoman las experiencias habidas y los planteamientos, se destaca la organizacin del trabajo como el factor determinante de la integridad psicofsica del trabajador y por tanto, la centralidad de la fbrica. Asimismo, se debaten las nuevas formas de organizacin obrera como elemento esencial para la implementacin del mtodo obrero de investigacin basado en los cuatro grupos de riesgo dando especial nfasis al grupo cuatro, en la subjetividad obrera y en una visin colectiva, esto es epidemiolgica, de los daos. La mocin de conclusin de la conferencia,54 que se convierte en la lnea sindical en este campo, fija los siguientes principios. La salud no se monetariza, sino que deben lograrse cambios reales en el ambiente y la organizacin del trabajo. Para esto la iniciativa sindical debe desarrollar la accin reivindicativa respecto a todos los aspectos de la relacin laboral, partiendo de los centros de trabajo y su base organizada en los grupos homogneos, los delegados y los consejos de fbrica. Se confirman, asimismo, la no delegacin y la subjetividad obrera, o sea, la accin obrera en "primera persona" como principios metodolgicos centrales. Finalmente, se establece la necesidad de un vnculo entre la lucha por la salud en la fbrica y en la sociedad, es decir, por la reforma sanitaria. Y se concluye que todo esto es necesario "para realizar los grandes objetivos de una distinta organizacin del trabajo y de un desarrollo econmico social diferentes en los cuales el hombre es lo principal". La Conferencia de Rimini ratifica, pues, el compromiso sindical con las luchas obreras por la salud en el marco de la transformacin de la organizacin del trabajo y con el Modelo Obrero como su mtodo para conocer-transformar. Otra objetivizacin de la temtica organizacin del trabajo-salud obrera relevante, son los acuerdos al respecto incluidos en los contratos colectivos. En trminos generales se observa
da lavoro in funzione da una diversa organizzazione del lavoro", Medicina dei Lavoratori, vol. 1, n. 1, 1974, pp. 16-77; Consiglio di Fabbrica della Breda-Fucine, "Un'esperienzia dei lavoratori della Breda-Fucine", Il Lavoratore Mettalurgico, Quaderno 1, 1971; M. Mori, L. Briziarreli, A. M. Marcuccini, Condizione operaia e salute, ed. Quaderni Regione Dell'Umbria, Perugia, 1979. 53 CGIL-CISL-UIL, Fabrica e salute (Actas del Convenio de Rimini), Seusi, Roma, 1972, 639 pp. 54 Ibid., pp. 633-39.

que los contratos de empresa o de fbrica son ms avanzados y anteceden a los de rama.55 Este hecho expresa, por una parte, que la accin se desarrolla principalmente en la fbrica, y, por la otra, la importancia de la llamada contratacin articulada, ya que potencia entre si las luchas en los centros de trabajo y las emprendidas por el conjunto de los obreros de una rama. As, por ejemplo, uno de los primeros contratos que da sustancia al artculo 9 del "Estatuto de los Trabajadores" es el firmado en la FIAT en 1971.56 Aun cuando resulten una visin empobrecida de la riqueza de los acuerdos firmados a nivel de empresa, los contratos colectivos de rama cerrados en 1972-73 reflejan los puntos centrales planteados en este periodo. As, al igual que el primer acuerdo de la FIAT, pretenden principalmente precisar e incrementar el derecho obrero de control e intervencin en el centro de trabajo. Por ello, logran el derecho de realizar investigaciones obreras autnomas sobre las condiciones de trabajo con asesoramiento tcnico de comn acuerdo con la empresa y pagado por sta; el derecho de conocer las caractersticas de las sustancias involucradas en el proceso laboral y de suspender el trabajo cuando sus concentraciones superan las MACS; el derecho de elaborar y gestar registros de datos ambientales y bioestadsticos. En cuanto a los organismos encargados de garantizar estos derechos, se gana la abolicin de los viejos Comits Antiaccidentes bipartitas, que son sustituidos por los Comits del Ambiente, formados nicamente por obreros en activo pero con liberacin de horas para realizar sus tareas.57 Este complejo proceso que involucra directamente a decenas de miles de obreros en el estudio de sus condiciones de trabajo y a cientos de miles en luchas por transformar la realidad fabril, y que transforma la contratacin colectiva de millones de trabajadores no significa slo la toma de conciencia colectiva y masiva de los inmediatamente interesados, sino que muestra su potencialidad de hegemonizar la accin y el pensamiento en este campo. Esto se verifica, primero, en el hecho de que la respuesta patronal, en esta fase, es claramente defensiva y carente de un discurso coherente, a pesar de que est en juego el control sobre el proceso de trabajo, piedra angular de la explotacin capitalista.58 En segundo lugar, tal es la fuerza de las iniciativas obreras que arrastra a las instituciones cientficas. No slo logran ganar aliados en las universidades, sensibilizadas por las luchas estudiantiles, y las instituciones de salud, sino que conquistan posiciones importantes en agrupaciones cientficas como la Societ Italiana di Medicina del Lavoro59 y para 1975 el 38%
55 C. Stanzani: "Ambiente e qualit del lavoro: analisi e prospettve di una estrategia sindicale", Medicina dei Lavoratori, vol. 4, n. 1, 1979, pp. 21-29. 56 Caruso, Dal gruppo... , cit., p. 27. 57 Stanzani, op. cit., p. 22; Oddone et al. (1977), op. cit., p. 71. 58 Chiaramonte, op. cit., pp. 170-72. 59 G. Marri: "Cronelogia dei fatti fundamentali e della situazioni che hanno caratterizato alla lotta contra la

de los artculos publicados en la revista La Medicina del Lavoro se basan en el Modelo Obrero.60 Aparte de ganar influencia en los mbitos cientficos tradicionales, el movimiento constituye sus instituciones cientficas propias. As, en 1974, la CGIL-CISL-UIL, funda el Centro Ricerche e Documentazione Rischi e danni da lavoro (CRD) y en el mismo ao sale el primer nmero de su revista Medicina dei Lavoratori.61 Otro ejemplo es el Centro di Medicina Preventiva del Lavoro en Castellanza, en cuya fundacin desempea un papel central el Consejo de Fbrica de Montedison.62 En la dinmica de este proceso se descubre una dialctica entre obreros, o si se quiere masas obreras, y las organizaciones de masas, o sea, los sindicatos, que fortalece a ambos pero simultneamente genera contradicciones de difcil solucin. No cabe duda de que el motor de aquellos aos de lucha es la movilizacin desde abajo, desde la fbrica, de los obreros y su disposicin a un combate en el cual expresan su radicalidad y su capacidad de abordar y resolver problemas de alta complejidad. Los sindicatos, por su parte, una vez que se recuperan de la sorpresa, cuestin que por cierto se resuelve ms rpido en sus organismos de base, realizan un esfuerzo grande de transformacin para poder, por as decirlo, llegar a un reencuentro con las masas en movimiento y cumplir con el papel de instancia orgnica de la clase obrera. Esto implica, entre otras cosas, respaldar las luchas y los planteamientos surgidos en los centros de trabajo, asumir como propia la nueva forma organizativa generada en la fbrica y redefinir los vnculos partidarios ante la exigencia de unidad y autonoma obrera. Este proceso de transformacin, asumido con menor o mayor conviccin por las distintas centrales, no carece de una alta conflictividad63 y puede ser visto como un movimiento doble en el cual por una parte, los sindicatos reconquistan su legitimidad ante los obreros64 y, por la otra, los obreros recuperan plenamente sus organizaciones de clase tanto porque reflejan sus luchas cuanto porque los cuadros forjados al calor de las movilizaciones llegan a tener una influencia decisiva en los sindicatos. La lgica, que se establece desde la lucha misma, es de dependencia mutua ya que los obreros necesitan de una instancia que pueda pactar acuerdos legitimados, coordinar las iniciativas y concentrar la fuerza en los momentos cruciales, y los sindicatos necesitan de la movilizacin y la decisin obrera de enfrentarse con el capital para lograr una correlacin de fuerza favorable. As, la lucha contra la organizacin del trabajo y por la salud obrera requiere
nocivit del lavoro", Medicina dei Lavoratori, vol. 10, n. 2, 1983, p. 170. 60 Bagnara-Biocca-Mazzonis, op. cit., p. 449. 61 Marri, op. cit., p. 72. 62 La salute in fabbrica, vol. II, cit. 63 Perna, op. cit. 64 En este periodo la afiliacin sindical se increment considerablemente.

de acuerdos especficos que legalicen las iniciativas obreras en la fbrica y que incrementen las posibilidades de intervencin y control sobre el proceso de trabajo sin tener que convertir cada estudio en un enfrentamiento agudo. Asimismo, el hecho de que los sindicatos hayan asumido como propia esta lucha y el mtodo del Modelo Obrero en Rimini abre la posibilidad de su generalizacin y sistematizacin en el conjunto de la clase obrera, tarea que difcilmente pudiera haber sido resuelta por los distintos destacamientos obreros involucrados en ella. Sin embargo, la lgica de dependencia mutua est cruzada con otra lgica, la sindical, que por definicin es de negociacin, y que no necesariamente es coincidente con ni expresa la iniciativa y aspiracin obrera. Esta contradiccin pudiera resolverse en una instancia directamente poltica, esto es, el partido obrero que se plantea la cuestin del poder. Esta solucin no se dio por una serie de razones que se expresan coyunturalmente en propuestas tan contrarias como el Compromiso Histrico y la accin armada de izquierda; que ambos se muestran como errores polticos, tal vez como complementarios, con el transcurrir del tiempo y los acontecimientos. Prevalece, entonces, la dialctica entre la lgica de la lucha sindical y la lgica de la movilizacin e iniciativa obreras, marcadas por un anticapitalismo intuitivo y con el tinte utpico caracterstico de los movimientos espontneos. La gran fuerza obrera lograda a travs de la movilizacin viene a expresarse entonces como un fortalecimiento grande de los sindicatos, que por el contenido de las luchas y por representar al conjunto de la clase obrera llegan a emprender tareas que tradicionalmente no les haban correspondido. Surge, as, el "sindicalismo poltico" que se fija como consigna la Lucha por ganar el control sobre "dnde, cmo, qu cosa y para quin producir".65 Propuesta que, como es obvio, equivale a aspirar al control sobre todos los aspectos del proceso de produccin, y que, en rigor, es la explicacin del contenido de las luchas de masas contra la organizacin capitalista del trabajo. Aqu habra que acotar, sin embargo, que simultneamente con proponerse tareas de esta envergadura los sindicatos se aslan relativamente de otras instancias polticas al adoptar el principio de incompatibilidad entre cargos sindicales y cargos de representacin parlamentaria y de direccin partidaria como confirmacin de la autonoma obrera respecto a los partidos polticos.66 3. El periodo de transicin de lo global a lo especfico (1975-1981) En un primer momento la burguesa no logra articular una respuesta coherente ante la
65 Chiaramonte, op. cit., pp. 144 y 224. 66 G. Couffignal: Il sindicato in Italia, ed. Riuniti Roma, 1979, pp. 266-81.

ofensiva obrera, pero tampoco poda aceptar que se le disputara el control sobre el proceso de produccin, fuente del plusvalor. El efecto inmediato de las luchas de los aos de 1969 a 1974 es que los incrementos salariales sobrepasan los de la productividad con efectos directos sobre las ganancias. As, para 1970-74 la tasa de incremento promedio anual del salario es 6.1% y de la productividad 4.0%, mientras que los mismos datos para 1965-69 eran de 5.2% y 6.3% respectivamente.67 Para mediados de los aos setenta, sin embargo, las organizaciones patronales, especialmente Confindustria (Confederazione dell'Industria Italiana) encabezada por G. Agnelli de la FIAT, logran poner en marcha una nueva estrategia aprovechando la crisis, provocada por una mezcla de elementos externos, como la crisis, de los energticos y sus efectos sobre la economa internacional en 1973-74, e internos como las restricciones estatales al crdito, la baja de la inversin que llega a ser -12.7% respecto al ao anterior en 1975 y la fuga de capital.68 Esta estrategia, que es un ejemplo aleccionador del uso capitalista de la crisis, consiste por una parte en un discurso ideolgico, que retoma cuestiones planteadas por el movimiento obrero como la reduccin de los desequilibrios regionales, la prioridad del consumo colectivo y el mejoramiento de la calidad de la vida obrera, y por la otra, en medidas reales tendientes a lograr un mayor apoyo estatal al capital, la dispersin productiva y la reorganizacin del trabajo y el recambio tecnolgico sobre bases capitalistas. 69 Es importante detenerse especialmente en las dos ltimas cuestiones, porque muestran el aprendizaje patronal de las luchas obreras y porque son elementos centrales para comprender los cambios estructurales que condicionarn el campo de confrontacin entre capital y trabajo. La dispersin o desconcentracin productiva consiste en desarrollar un nuevo tipo de articulacin entre las plantas productivas, sacando fases enteras de la produccin de las fbricas grandes, encargndolas a medianas y pequeas plantas o, incluso, encargando la produccin a domicilio. La razn de esta nueva divisin del trabajo espacial es lograr unidades productivas donde el poder sindical es dbil, lo que permite, por una parte, volver letra muerta partes del contrato colectivo de rama y, por la otra, sofocar la conflictividad laboral. La reorganizacin del trabajo y el recambio tecnolgico, tal como se implementan sobre todo en la gran empresa a partir de mediados de los aos setenta, tienen implicaciones serias para el movimiento obrero, ya que por un lado incrementan el desempleo y por el otro reestructuran el cuerpo fabril y, por tanto, desestructuran a los grupos homogneos y su
67 Valli, op. cit., pp. 71-72. 68 Ibid., pp. 198 y 214-15. 69 Chiaramonte, op. cit., pp. 175-94.

experiencia. Los efectos sobre el empleo se muestran en los despidos masivos en las grandes empresas y en un aumento ao con ao en el desempleo, que va del 5.4% en 1974 para llegar a 8.4% en 1981, porcentaje que equivale a cerca de dos millones de personas. 70 El recambio tecnolgico, que conlleva una reinstrumentacin operativa de las plantas, se expresa como un nuevo impulso a la automatizacin con la introduccin de robots, mquinas de control numrico e incremento en el control electrnico en los procesos de flujo continuo. La automatizacin se introduce especialmente en las fases productivas de alta conflictividad obrera, eliminando los "puntos calientes", y significa la disolucin repentina de colectividades obreras enteras, tornando esencialmente intil la experiencia obrera basada en un conocimiento acumulado y profundo del proceso laboral. As, con el recambio tecnolgico el capital no slo destruye la base de la organizacin obrera en la fbrica, el grupo homogneo, sino que tambin quita el sustento de la impugnacin obrera: la experiencia acumulada. Finalmente, con la reinstrumentacin operativa de las plantas se presenta la oportunidad de implementar una mayor especializacin y parcelacin de tareas con reduccin de tiempos y mayores cargas de trabajo.71 Como es obvio, una estrategia tan compleja requiere de aos para implementarse y apenas empieza a delinearse en 1974-75, y no toma por sorpresa al movimiento obrero. No deja de ser significativo que los planteamientos del capital vengan a reconfirmar la "centralidad de la fbrica": que para mandar en la sociedad es preciso mandar en la fbrica. Las luchas alrededor de la negociacin de los contratos colectivos de rama en 1975-76 pueden ser vistas como el momento culminante de la fuerza obrera acumulada, ya que en la lnea de "dnde, cmo, qu cosa y para quin producir" se conquista el derecho del sindicato de intervenir en las decisiones respecto a la nueva inversin y a la reorganizacin y reestructuracin productiva, as como de controlar la subcontratacin de tareas de produccin y de mantenimiento de las plantas.72 Sin embargo, al mismo tiempo que las conquistas logradas expresan la gran fuerza obrera que hay detrs de los sindicatos firmantes, inauguran segn Chiaramonte una nueva fase de distanciamiento entre el aparato sindical y sus bases, dado que la plataforma de lucha no fue construida desde los rganos de base con la movilizacin en las fbricas, lo que redunda en que no hay fuerza para defender y concretar extensamente las conquistas. En cuanto al terreno de las luchas por la salud obrera se pueden observar algunos cambios importantes en este periodo, que se expresan en un paulatino abandono de los estudios, con un
70 Valli, op. cit., pp. 198-99. 71 Chiaramonte, op. cit., pp. 182-95. 72 Perna, op. cit., p. 182; Stanzani, op. cit., p. 25.

acercamiento global a favor de los que se centran en factores de riesgo especficos. 0 sea, en trminos del Modelo Obrero se pone el nfasis en los grupos uno y dos relegando el tres y, especialmente, el cuatro, ms claramente con la organizacin del trabajo en sentido restringido. Aparece, entonces, una separacin de hecho entre el ambiente del trabajo y la organizacin del trabajo, conceptos anteriormente usados indistintamente. Un ejemplo relevante de este cambio es el seminario de St. Pierre en 1976, organizado para preparar la contratacin de la FIAT con la participacin de delegados de esta empresa y de otras secciones de la FLM, donde se fijan como problemas prioritarios, en funcin de su gravedad, la extensin y posibilidad de la prevencin, la silicosis, el ruido, los contaminantes ambientales y cancergenos y, finalmente, los accidentes.73 Asimismo, en los estudios realizados en una serie de empresas de la siderurgia se sealan como riesgos principales el ruido, las vibraciones, los microclimas desfavorables, los campos electromagnticos, los polvos y humos, el slice, el asbesto, los contaminantes del aire, las alergias, los males del aparato cardio-circulatorio, los turnos y los accidentes.74 Riesgos que todos, con la excepcin de los turnos y una parte de los del aparato cardio-circulatorio, pertenecen a los grupos uno y dos. Otros ejemplos los constituyen los estudios en los silos de Gnova respecto al ruido y los polvos en 1975, el "Proyecto Saturnismo" en la industria de la cermica de Reggio Emilia y Modena en 1975, el estudio de la industria cementera sobre el ruido, las vibraciones, el microclima, los polvos y los accidentes en 1976-7875 y la encuesta nacional de la FULC sobre cloruro de vinilo en 1976.76 Otro cambio que se observa en las investigaciones, es que tienden a ocuparse no de un centro de trabajo sino de los riesgos especficos de un determinado tipo de industrias o, alternativamente, como en el caso de la FULC, a mapear el uso industrial de determinada sustancia, comprobadamente cancergena. Por el tema de estos estudios se podra pensar que son realizados con una metodologa tradicional. No ocurre as, dado que la mayora de ellos utilizan, por lo menos en alguna fase, la metodologa del Modelo Obrero por cuanto incorporan la experiencia o subjetividad obrera respecto a los riesgos y daos del centro de trabajo. Aun cuando sea difcil tener una medida cuantitativa respecto al volumen de estudios realizados y del nmero de obreros directamente involucrados en ellos, dado que no hay un
73 CGIL-CISL-UIL (Turin), "Dalla monetizzazione al controlo dalle condizione di lavoro", Medicina dei Lavoratori, vol. 5, n. 1-2, 1979, pp. 25-32; Caruso-Lai-Surdo, op. cit., pp. 150-51. 74 L. Bodini, A. Borroni, B. Mazza, G. Nano, D. Sinigaglia, Fattori di rischio nellindustria siderurgica, Dibattito Sindicale-LFM, Miln, 1979, pp. 113-51. 75 Biocca-Schirripa, op. cit., pp. 69-73 y 76-78. 76 F. Vigevani, "Cloruro di vinile: che cosa e como abbiamo imparato a cambiare", Medicina dei Lavoratori, vol. 6, n. 4, 1980, pp. 481-86.

registro sistemtico, todo parece indicar que es mucho menor que en el periodo anterior. As, por un lado, el nmero de estudios realizados con participacin obrera y publicados es menor para este periodo y por el otro, hay una serie de referencias en la literatura sindical que sealan una cada en la actividad alrededor de 1975.77 Finalmente, los artculos basados en el Modelo Obrero en la revista del establecimiento cientfico, Medicina del Lavoro, cae bruscamente del 38% en 1975 al 8% en 1976 y al 4% en 1978.78 El reflejo de esta situacin en los contratos colectivos de rama de 1975-76 es que hay pocos planteamientos nuevos y ms bien se precisan y profundizan algunas cuestiones pactadas en 1972-73,79 aun cuando los acuerdos generales referidos a la intervencin sindical respecto a la inversin y la reestructuracin industrial abran perspectivas de lucha por la salud obrera. Es importante sealar aqu, empero, un problema que aparece como una paradoja. Justo en el momento cuando las fuerzas del capital y el trabajo se confrontan respecto al control sobre el proceso de produccin con proyectos globales claramente distintos, las iniciativas de lucha por la salud se desarrollan por una va que pone en el centro, el ambiente de trabajo en un sentido restringido y no la organizacin capitalista del trabajo, que era su punto de partida. Esta opcin tendr implicaciones trascendentales, ya que la reduce, de hecho, a una cuestin secundaria, cuando se recrudece el ataque del capital sobre la clase obrera al desplegarse su estrategia con los efectos ya sealados sobre el desempleo, el salario y las condiciones de trabajo. Es una opcin que abre la posibilidad, pues, de contraponer el empleo con la salud, el salario con la salud, la productividad con la salud, lo que tiende a relegarla a un segundo plano. Parece posible marcar como punto de inflexin entre la fase ofensiva y defensiva del movimiento obrero la adopcin de la llamada lnea del EUR por parte de las centrales sindicales en febrero de 1978, tanto por su contenido como por sus efectos de divisin entre la dirigencia sindical y las bases obreras. Es una propuesta de poltica econmica que plantea, por una parte, impulsar la programacin democrtica promoviendo especialmente el desarrollo del Mezzogiorno, la inversin masiva productiva y la proteccin al empleo y, por la otra, el compromiso sindical de moderar las demandas salariales y contener la conflictualidad laboral.80 Este pacto de "solidaridad nacional" con la patronal Lleva a una impugnacin de la cpula sindical por parte de amplios destacamentos de trabajadores, que empieza a generar
77 Vase por ejemplo FLM, Rilando della lotta per la salute e l'ambiente, Convegne Modena, ed. Sapere, Roma, 1975; Quaderni di Rasegna Sindicale, vol. 8, n. 83, 1980, CGIL, Lotta alla nocivit del lavoro: una verifica, ed. Sindicale Italiana, Roma, 1982. 78 Bagnara-Biocca-Mazzonis, op. cit., p. 449. 79 Stanzani, op. cit. 80 Quaderni di Rasegna Sindcale, vol. 20, n. 100, 1983, pp. 148-50.

una crisis de confianza y representatividad en los sindicatos.81 Cuadro I


EVOLUCIN DE SALARIOS, CONFLICTOS LABORALES, INVERSIN, DESEMPLEO E INFLACIN, ITALIA

1973-1981 Indicadores 1978 1979 1980 1981 Promedio anual Incremento salarial % (precios constantes Horas laborables perdidas en conflictos (millones) Incremento inversin fija bruta (%) Desempleo (% de 7.2 7.7 7.6 20.8 8.4 17.6 5.9 16.9 -0.1 5.8 9.4 -0.2 0.2 49 165 75 40 139 3.2 2.9 1.7 2.4 1973-77 3.5

la PEA) Inflacin (%) 13.9 15.7 FUENTE: Valli, op. cit., pp. 72 y 198.

Como se desprende del cuadro I, la desconfianza obrera respecto a la operancia de la poltica del EUR se mostr fundamentada. As, mientras los sindicatos cumplen con su parte del pacto moderando salarios y evitando los conflictos laborales, el desempleo y la inflacin suben y la inversin muestra un comportamiento inestable durante los aos de 1978 a 1981. Simultneamente la burguesa lleva adelante su poltica de desconcentracin productiva impulsando la economa difusa, donde reduce el costo de mano de obra mediante el pago de salarios bajos y la evasin del pago de prestaciones.82 El recambio tecnolgico, asimismo, provoca despidos masivos en la industria tal como ocurre, por ejemplo, en la FIAT con 23 mil obreros en 1980 y en Alfa Romeo con 13 mil obreros en 1981. El conflicto en la FIAT resulta especialmente significativo, ya que muestra una ruptura seria entre la cpula sindical y los
81 Perna, op. cit., pp. 129-30. 82 Valli, op. cit., p. 163.

obreros. Con la fbrica prcticamente ocupada por los obreros, la FLM firma el acuerdo, que mete a 35 mil obreros en la Caja de Desempleo.83 La derrota de la propuesta sindical y la crisis de confianza dentro de las organizaciones sindicales tienen repercusiones serias sobre las tendencias unitarias y las formas de organizacin y de toma de decisiones democrticas. El alienamiento partidario de la burocracia sindical, especialmente de los demcratas cristianos y socialistas, al tiempo que el PCI rompe con los planteamientos de un gobierno de Solidaridad Nacional en enero de 1979 y abandona el Compromiso Histrico en diciembre de 1980, generan graves conflictos entre CGIL, CISL y UIL y dentro de ellas respecto a cmo conducir el movimiento sindical; se enfrentan una lnea de confrontacin y otra de conciliacin con la patronal y el gobierno. Hay, adems, ua ruptura importante de las prcticas de generar las decisiones desde abajo, desde los departamentos y las fbricas, cuando los acuerdos son globales y de cpula. Estas nuevas prcticas debilitan la organizacin y representacin de base, o sea, los consejos y los delegados, ya que su quehacer se vaca de contenido. Se fortalece, as, la tendencia a convertir a los obreros en masas movilizables y no en protagonistas de las luchas.84 La orientacin general de la poltica sindical y el debilitamiento de la organizacin y accin de base, potenciados por los efectos de la reorganizacin del trabajo y el recambio tecnolgico, se juntan, as, con la orientacin ambientalista de los planteamientos respecto a la salud obrera, visible ya desde 1975. Esta combinacin perfila una tendencia regresiva en esta lucha en dos vertientes. Por una parte, fortalece la delegacin tcnica del estudio de la problemtica de los riesgos ambientales y, por la otra, perfila a la salud obrera como una cuestin ms en la lista de reivindicaciones, y ponderada como tal en la escala de prioridades. Y de no dudar que su puntaje resulta mucho ms bajo que el del salario y el empleo. Se desvanece la segunda parte de la consigna "se trabaja para vivir, pero trabajando se muere" y se sustituye por la resignada pero "realista" consigna "la salud no se vende pero tampoco se regala". Queda confirmada la estrategia ambientalista, tecnocrtica y vertical, en las conclusiones del seminario de CGIL en 1981,85 en el cual se propone fijar uno o dos riesgos especficos por rama y luchar por su control en el marco de una poltica industrial sindical sobre la base de la intervencin en la reestructuracin productiva. En las distintas discusiones respecto a cmo relanzar la lucha por la salud en este periodo, se enfatiza reiteradamente la incapacidad de la dirigencia sindical para retomar e impulsar las iniciativas y los planteamientos en las fbricas. Esta cuestin se expresa tanto en el
83 Azimut, n. 7, 1983; Perna, op. cit., p. 136. 84 Perna, op. cit. 85 CGIL: Lotta a la nocivit cit, pp. 165-66.

alejamiento entre el aparato sindical central y sus rganos en los centros de trabajo, como en el debilitamiento de la contratacin articulada y la ausencia de la generalizacin de los acuerdos locales.86 Sin embargo, aun en las posiciones que priorizan la accin en la fbrica hay una clara tendencia a centrar el esfuerzo en uno o dos factores de riesgo en vez de hacer un acercamiento global.87 Propuesta racional y eficiente, pero de naturaleza totalmente distinta a aquella nacida en la lucha contra la organizacin capitalista del trabajo y desarrollada en miles y miles de fbricas con la energa, tal vez eufrica, de aquellos hombres "objetos de la produccin" que intentaron convertirse en sujetos de su destino. III. LAS CONTRADICCIONES DEL PROCESO

Extraer las enseanzas de un proceso tan rico en experiencias del despliegue descomunal de energa y creatividad obreras obviamente es una tarea colectiva nada sencilla. Asimismo, est involucrado un gran nmero de temas y problemas, unos generales y otros particulares, que pueden ser abordados desde distintos ngulos y con resultados diversos. Aqu slo intentar un acercamiento a dos cuestiones que me parecen centrales. Una primera es el anlisis del proces en lo que se refiere a la construccin de un proyecto de clase en relacin a la salud y la constitucin de su sujeto, en el marco de las condiciones sociales y polticas en las cuales se desenvuelve. Una primera vertiente, entonces, concierne a la dialctica que se da entre obreros y organizaciones obreras dentro de una correlacin de fuerzas cambiantes entre capital y trabajo y una segunda se ocupa del anlisis de la capacidad del capital para apropiarse elementos del proceso y revertirlos en contra de la clase obrera. La segunda cuestin, respecto a la cual hay una gran riqueza de elementos, es el papel de la teora en la conformacin de la conciencia y en su relacin con la experiencia de clase. Para desentraar este problema es preciso revisar, por una parte, la propuesta conceptual analtica del Modelo Obrero y, por la otra, su metodologa fincada en la subjetividad obrera, el grupo homogneo, la no-delegacin y la validacin consensual, que expresan una concepcin especfica del vnculo teora-prctica. La concepcin de la salud obrera que est implcita en las luchas por ella de comienzos de los setenta, se distingue de la dominante por cuanto la ubica como una condicin cualitativa de la vida, extrayndola de la lgica mercantil de la fuerza de trabajo. Esto no se restringe a una redefinicin formal sino que es ante todo un acto desenajenante, ya que equivale a dejar
86 Quaderni di Rassegna Sindicale, n. 83, cit.; G. de Santis, S. Gattani, M. Quattrucci, "Per una ripresa unitaria dell'ambiente", Medicina dei Lavoratori, vol. 8, n. 1, 1980, pp. 28-41. 87 Santis-Cattani-Quattruci, op. cit.

de mirarse uno mismo con los ojos del capital, reencontrndose como ser humano. Hay, entonces, una propuesta propia y distinta en base a la cual se pueden desarrollar una nueva teorizacin y una nueva prctica. Sera poco preciso sostener que fue "descubierta" por los obreros inmersos en condiciones de trabajo que les quitaba la vida en vida, dado que la misma existencia de estos obreros y estas condiciones de trabajo haban impulsado ya el cuestionamiento de la concepcin y explicacin mdica dominante de la enfermedad. Era, pues, un terreno impugnado del pensamiento y la prctica burguesa. Sin embargo, lo que lo convierte en un planteamiento social y polticamente relevante son las movilizaciones obreras. Tal como ocurren las cosas parece que ms que un movimiento unidireccional, hay un encuentro, un repentino descubrimiento de complementariedad. Es decir, la movilizacin y la lucha no se generan corno el resultado de la introduccin desde fuera de una teora nueva de la salud obrera, como tampoco la teorizacin surge como el resultado de ellas, sino que cuando las luchas contra la organizacin capitalista del trabajo estallan sus protagonistas encuentran una explicacin de parte del malestar experimentado en la fbrica en esta visin distinta de la salud. El anlisis del proceso, asimismo, muestra que, en un primer momento, los planteamientos ms avanzados emanan de los obreros e intelectuales, y no de sus organizaciones. El polo ms adelantado son las masas que con sus luchas y propuestas rebasan los tmidos planteamientos de los sindicatos. En realidad la consigna "la salud no se vende, los riesgos se eliminan" no es slo una respuesta a la patronal sino la impugnacin de una lnea reivindicativa que monetariza la salud y considera inmutables el proceso tecnolgico y la organizacin del trabajo. Pero es una impugnacin fraternal, que contiene una exigencia de poner a tiempo los planteamientos y las formas de organizacin y toma de decisiones. Porque si bien las masas obreras intuyen lo que quieren y tienen una gran disposicin al combate, necesitan de instrumentos, organizativos y conceptuales, para alcanzarlo. Parece probable que los sindicatos hubieran quedado al margen de la movilizacin si no hubieran aceptado el reto de transformarse retomando la nueva democracia obrera y los nuevos planteamientos. Tal vez se podra sostener que las masas obreras que protagonizan las movilizaciones, dadas sus caractersticas esencialmente espontneas, no tienen un proyecto histrico. Sin embargo, est presente una visin de lo que se rechaza y lo que se anhela, ciertamente con tinte utpico, que va ms all de un pliego reivindicativo, apuntando a una nueva sociedad. Y la Lucha por la salud lo muestra con claridad. El problema, entonces, consiste en cmo construir y dar sustancia a este proyecto, que solamente est dibujado en sus grandes lneas. Es en este contexto que el Modelo Obrero se

ofrece como un instrumento til para la accin en cuanto elemento ordenador de la impugnacin y la creatividad y a la vez como un mtodo de socializacin de conocimiento. La gran relevancia del Modelo Obrero en cuanto mtodo de accin se explica por varias de sus caractersticas. Hace abordable un aspecto de la lucha contra la organizacin del trabajo al ofrecer elementos concretos para un anlisis encaminado a generar propuestas de cambio. Es decir, hace creble la posibilidad de la transformacin. No menos importante es que moviliza la experiencia vivida individualmente y la colectiviza. Cataliza, pues, el descubrimiento social de la experiencia individual. Es, adems, un mtodo de accin que crea su propio sujeto, el grupo homogneo y el delegado, ya que es en todas sus etapas participacin y accin. Como prctica elimina la separacin entre objeto y sujeto en la medida en que el objeto la salud obrera es estudiado por los propios obreros interesados. En este sentido incluso se puede sostener que es un mtodo que prefigura la superacin de la divisin capitalista del trabajo por cuanto niega su caracterstica definitoria, esto es, la separacin entre concepcin y ejecucin del trabajo. Vuelve a reunir en la accin el conocer y el hacer, unidad suprimida en el trabajo fabril. As, representa la implementacin tal vez ms lograda del principio, adoptado por el movimiento obrero en aquel momento, de utilizar el momento de la confrontacin como momento de realizacin de la demanda, ya que realiza un aspecto del objetivo mximo de la lucha, estoes, la abolicin de la divisin y organizacin capitalista de trabajo. Por su propia forma de operar el Modelo Obrero a la vez que un mtodo de accin es un mtodo de aprendizaje y de socializacin de conocimiento, cuestin planteada por sus constructores como la reapropiacin de los modelos cientficos dominantes y la recuperacin de la experiencia obrera. El hecho de que decenas de miles de trabajadores se hayan dado a la tarea de analizar la fbrica y sus riesgos y daos y que un nmero todava mayor haya participado en luchas por la salud, se traduce necesariamente en un proceso educativo masivo en el cual se aprende haciendo. Es un proceso que, adems, se fortalece al ganarse la demanda de las 150 horas en cuyo marco se desarrollan seminarios entre obreros y cientficos sobre la salud obrera.88 Esto permite que, en unos pocos aos, haya una socializacin de conocimientos respecto a la salud que le convierte en una cuestin que permea todo el tejido social y se hace cultura.89 En el periodo de iniciativa y movilizacin obrera, el Modelo obrero desempea un papel muy importante tanto porque permite hacer planteamientos ms precisos respecto a la salud
88 Las 150 horas es la denominacin del derecho de los trabajadores a la educacin dentro del trabajo. Hay una serie de textos para esta actividad, como por ejemplo Grupo Unitario Ambiente CGIL-CISL, UIL Alessandria, Si lavora per vivire ma lavorando si muore y otros que recogen las experiencias habidas, como Oddone et al., Esperienza operaia, cit. y Caruso et al., Dal gruppo omogeneo, cit. 89 R. Misti, S. Bagnara, La participazione dei laboratorio al controllo e alla prevenzione dei rischi alla salute

obrera, como porque en cuanto mtodo de accin y resocializacin de conocimiento va forjando el sujeto histrico: hombres con un proyecto y con capacidad de implementarlo. Sin embargo, es un proceso que genera sus propias contradicciones, unas resueltas y otras que afloran cuando la premisa del primer periodo la ofensiva obrera basada en la accin de masas cambia. Al desarrollarse y extenderse la lucha por la salud, surge un aserie de nuevas necesidades, que difcilmente pueden ser resueltas por cada grupo homogneo o consejo de fbrica. Se requiere, as, de apoyo tcnico para cierto tipo de mediciones y anlisis, de mecanismos que permiten sistematizar y documentar los estudios-accin e instrumentos que legalicen los avances. Se necesita, pues, de una organizacin ms compleja que pueda procesar y satisfacer estas necesidades, y que se encuentra en los sindicatos. Por esto la importancia de que CGILCISL-UIL ratificaran como suya la lucha por la salud y su mtodo el Modelo Obrero en Rimini en 1972. empero, simultneamente se prefiguran el traslado del papel central de los obreros al sindicato y la entrada a una lgica reivindicativa. Esto, en un primer momento, es apenas perceptible, ya que con los cambios operados en el sindicato su accin emana y se organiza desde la fbrica. Por esto, ms que una delegacin d la accin en el sindicato, hay un fortalecimiento mutuo. La concentracin articulada y la generalizacin de acuerdos locales a travs de los contratos de rama lo ejemplifican as como el establecimiento del Centro Ricerche e Documentazione, la publicacin de la revista Medicina dei Lavoratori, los estudios coordinados por tipo de industria, etctera. Empero, a mi parecer, el abandono paulatino de un acercamiento global a la cuestin organizacin del trabajo-salud obrera a favor de la opcin ambientalista y los factores de riesgo especficos encuentra una parte de su explicacin (la otra es ms bien de orden terico) en que se haya inscrito en la lgico reivindicativa. Ocurre as porque en sta, definicin, se tienen que hacer propuestas desglosables, claramente delimitadas y acordables, y los riesgos bioqumicos-fsicos se prestan ms a esto que las relaciones ms complejas entre el proceso laboral y la salud. Cabe aclarar, sin embargo, que esta opcin prctica a su vez tiene efectos tanto sobre la propuesta y la concepcin respecto a la salud obrera como sobre quien protagoniza el proceso, cuestin que aparece con claridad al desarrollarse una nueva correlacin de fuerzas entre capital trabajo a finales de los aos setenta, que hace que el movimiento obrero pase definitivamente a una fase defensiva, atrapado entre el desenvolvimiento de la crisis y el uso que de ella hace el capital para avanzar su estrategia. A pesar de los intentos sindicales de imprimir un rumbo distinto a los acontecimientos se
nei luoghi di lavoro, Mdicina dei Lavoratori, vo. 1, n. 2, 1983, pp. 165-69.

profundiza la lgica de negociacin subordinada a partir de la adopcin de la lnea del EUR y con ella se incrementan las contradicciones entre los trabajadores y los sindicatos. Obstaculiza la retroalimentacin entre masas y organizaciones de masas, se fortalecen tecnocrticos del aparato sindical, que recogen las demandas especficas de la lucha por la salud obrera desligndolas de la propuesta global. De all hay slo un paso de vuelta a la monetarizacin y a relegar la salud a un lugar secundario en el peligro petitorio. La otra dimensin de la ltima fase de este proceso tiene lugar en la fbrica, ya que la organizacin de base -1os delegados y los consejos no slo pierde fuerza por las contradicciones con la estructura sindical central sino, tambin, por los efectos de la reestructuracin industrial, parte medular de la estrategia del capital. Los licenciamientos masivos y el recambio tecnolgico transforma el tejido fabril y redundan en la destruccin, por lo menos parcial, de dos elementos fundamentales del Modelo Obrero: el grupo homogneo y la experiencia obrera. Se confirma, pues, de nueva cuenta que el capital, al mismo tiempo que es el generador sin igual de conocimiento, es su mximo destructor. Hace intiles de tajo aos y aos de cuidadosa observacin y experiencia acumulada. Cuestin que nos lleva a la otra vertiente de anlisis de la lucha por la salud obrera, que se refiere al papel de la teora en la conformacin de la conciencia, que a su vez pasa por el anlisis del Modelo Obrero coma mtodo de generacin de conocimiento. Cabe recordar de nuevo que los estudios de la salud en la fbrica no surgen ni encuentran su metodologa espontneamente, sino de la confluencia entre la necesidad de las masas de sustanciar la lucha contra la organizacin del trabajo imperante y una propuesta tericometodolgica que permita implementar su solucin. Ciertamente no se trata de dos fenmenos independientes entre s, ya que slo son manifestaciones diversas del proceso en el cual se va conformando; objetiva y subjetivamente, la clase obrera italiana durante los aos sesenta. Lo que interesa destacar, sin embargo, es que media entre ellas una relacin compleja donde la teora y la prctica son instancias distintas. Su origen comn en un mismo proceso global resulta crucial para qu se pueda dar esta confluencia, cuando las condiciones maduran pero se gestan con relativa independencia. El Modelo Obrero no genera la lucha de masas contra la organizacin capitalista del trabajo, pero el hecho de que haya existido como planteamiento terico-metodolgico cuando se dan les imprime una direccin y una forma determinada. Ya se explor el dinamismo del Modelo Obrero en cuanto mtodo de accin y de socializacin de conocimiento, que explica en buena parte su idoneidad como instrumento de masas en la lucha por la salud. Falta, sin embargo, analizarlo en cuanto mtodo de generacin de conocimiento y teorizacin de la relacin trabajo-salud, ya que de all parecen

desprenderse otros elementos que explican la parbola de la lucha por la salud obrera en Italia Se ha sealado ya que la concepcin de la salud y su relacin con el trabajo contenido en los cuatro grupos de riesgo del Modelo Obrero no se distingue, con la posible excepcin del grupo cuatro, de la teorizacin que de ellas hace la medicina del trabajo dominante. Es decir, cualquier tratado de patologa ocupacional enumera el microclima, el ruido, los gases, los humos, los polvos y el esfuerzo fsico pesado como riesgos del ambiente laboral. As, la principal innovacin no reside en una reconceptualizacin de la problemtica sino en el reordenamiento de los factores de riesgo de tal forma que son ms coincidentes con la experiencia directa de la fbrica. La ausencia de una reconceptualizacin no resulta tan evidente respecto al grupo cuatro, que se refiere al conjunto de factores, con excepcin del esfuerzo fsico, que causan fatiga. Incluye, as, ritmos y cargas de trabajo, monotona y repetitividad, grado inadecuado de responsabilidad, etctera. Existe cierta ambigedad conceptual de este grupo, ya que podra estar basada en la concepcin de la psicologa industrial de los elementos que generan insatisfaccin laboral, o bien la enumeracin de los elementos que caracterizan a la organizacin taylorista-fordista del proceso laboral y, por tanto, un intento de medir a travs de ellos aspectos esenciales del impacto de la organizacin capitalista del trabajo en la salud. La observacin de que en el Modelo Obrero no hay una reconceptualizacin respecto a la salud y su relacin con el trabajo se confirma, adems, en la insistencia sobre la necesidad de que los obreros se "reapropien de los modelos tcnicos", ya sean de los mdicos o de los ingenieros industriales. Esto revela una concepcin instrumentalista de la ciencia en la cual su contenido es neutral y lo que importa es quin controla su uso social. Ciertamente esta visin de la ciencia est contrapuesta con la que se expresa en el Modelo Obrero respecto a la tecnologa, ya que tiene como premisa que las opciones tecnolgicas son opciones de clase, lo que no deja de ser una contradiccin. Puede parecer una pedantera detenerse en el anlisis de si hay una reconceptualizacin o no respecto a salud-trabajo en el Modelo Obrero, ya que sea como fuera ayud a ordenar la observacin y la experiencia en un gran nmero de estudios y fue la base de todo un ciclo de lucha. Sin embargo, haber adoptado una mirada finalmente mdica introduce puntos ciegos, tambin, en la mirada obrera y conduce la exploracin de la fbrica en una determinada direccin, que tiende a quitar importancia a la propuesta metodolgica de recuperar la subjetividad obrera con el fin de ubicarse en un horizonte de visibilidad distinto. En el primer periodo parece que este problema terico-conceptual no tuvo mayor importancia, principalmente porque el sentido general de la lucha por la salud obrera como recuperacin de

una cualidad humana negada por el trabajo fabril capitalista estaba expresada en el movimiento mismo y no dependa, de una u otra teorizacin. En cuanto avanzan los acontecimientos y la lgica contractual reivindicativa empieza a prevalecer, la ausencia de una reconceptualizacin de la relacin trabajo-salud hace que cada una de las demandas particulares pierdan su conexin con una propuesta global respecto a la salud obrera y se retroalimente la visin puramente ambientalista. Con esto no pretendo decir que la exposicin a qumicos, polvos, ruido, etctera, carezcan de importancia, sino que el problema consiste en que la relacin trabajo-salud queda reducida a una relacin externa entre cosas (factores de riesgo), y hombres (obreros). Es significativo que el grupo cuatro, que apunta a la posibilidad de otra conceptualizacin, se desarrolle poco y quede esencialmente perdido en las ltimas fases del proceso. La movilizacin obrera y sus planteamientos en el primer periodo, por as decirlo, actualizan y materializan un horizonte de visibilidad distinta a la de la medicina dominante, por cuanto ponen en el centro otro tipo de problemtica y dejan ver una conexin distinta entre los fenmenos, que a su vez plantea nuevas exigencias a la ciencia. Es, pues, la ocasin de impulsar el proceso de generacin de conocimiento en una nueva direccin. Sin embargo, esto no se da automtica ni espontneamente, sino que tiene que ser mediado por un proceso de teorizacin y rearticulacin del conocimiento existente, proceso que en este caso no se da o se da muy limitadamente. Parte de la explicacin de esta falta de teorizacin indudablemente se debe a la rapidez de los acontecimientos estamos hablando de un lapso de unos diez aos; esto difcilmente permite consolidar una lnea de pensamiento, especialmente en medio de situaciones de mxima confrontacin y conflictividad que tensan todas las contradicciones de la sociedad. Sin embargo, otra parte de la explicacin parece derivarse de la concepcin del Modelo Obrero respecto al proceso de generacin del conocimiento y la relacin entre teora y prctica que tiene en el centro los conceptos de subjetividad o experiencia obrera y la nodelegacin. Ciertamente no hay una concepcin uniforme respecto a qu se entiende por subjetividad-experiencia obrera, ya que va desde la ms restringida vivencia individual subjetiva de una situacin hasta la ms amplia posicin de conocimiento colectivo y capacidad de actuar sobre la realidad transformadora, esto es, el ser sujeto. La concepcin que se perfila en el Modelo Obrero ms claramente es la subjetitividadexperiencia obrera como conocimiento latente acumulado, resultado del vivir y actuar en determinada realidad, cuyo portador es el grupo homogneo, o sea, la colectividad que comparte esa realidad. No existe espontneamente como un cuerpo ordenado y sistematizado de conocimiento sino que asume esta forma a travs de la recuperacin de la experiencia en

un proceso de explicitacin y confrontacin de las vivencias individuales realizado por el grupo homogneo y que resulta en un conocimiento validado consensualmente. La otra vertiente del proceso de generacin de conocimiento en esta concepcin, est dada por la "reapropiacin de los modelos tcnicos" que es la forma de tener acceso al conocimiento cientfico formal referido a lo que la experiencia reconoce como relevante. De la confrontacin y fusin entre ambos surge una sntesis, que es el nuevo conocimiento. Est claramente planteada aqu la intencin de impulsar el proceso cientfico desde el horizonte de visibilidad obrera en la medida en que es la experiencia obrera la que descubre y "elige" qu problemas abordar al tiempo que contempla a la subjetividad-experiencia como una fuente nueva de datos objetivos, o sea, cientficos. Sin embargo, contiene dos supuestos que definen su devenir en cuanto proceso de generacin de conocimiento. Por una parte, est implcito que la experiencia de un grupo homogneo expresa inmediatamente y sin mediaciones la experiencia de la clase, o sea, est la idea de equivalencia directa entre lo particular y lo general, o, alternativamente, de lo general como la suma de las situaciones particulares. Concepcin que rinde innecesario el proceso de extraccin de lo general de lo particular, o sea, la ciencia o la teora. Por otra parte, cuestin que solamente es otra cara del mismo problema, plantea que lo vivido es lo real, que la experiencia obrera es inmediatamente reveladora de la esencia de la realidad; es un empirismo que de nuevo elimina la teora como un momento necesario en el proceso de generacin de conocimiento. De esta concepcin se desprende, lgicamente y sin necesidad de ms elaboracin, que el sujeto productor de conocimiento es el grupo homogneo actuando bajo el principio de la nodelegacin de este papel en los tcnicos, simpatizantes u hostiles. La experiencia obrera es, pues, la clave de la autonoma obrera y cada grupo homogneo su propio "intelectual orgnico". Finalmente, de este razonamiento sigue la no diferenciacin entre teora y prctica, ya que la prctica resulta inmediatamente teora y viceversa. El hacer es conocer y el conocer es hacer, o como dice Cini,90 "se salta el nexo fundamental de la dialctica entre teora y prctica". Los problemas que se derivan de este marco epistemolgico estn marcados en el proceso de generacin de conocimiento que se bas en el Modelo Obrero. Indudablemente se logr un conocimiento ms preciso respecto a un gran nmero de centros de trabajo particulares, a una escala que en ausencia de este movimiento por la salud obrera hubiera sido impensable. Parece incluso probable que en unos cuantos aos se hayan iniciado ms estudios de condiciones de trabajo y salud que durante todo el periodo anterior, lo que redunda en la
90 Cini, op. cit.

incorporacin de la realidad fabril al mapa del territorio socialmente conocido. Asimismo, los estudios permiten a los trabajadores impugnar la versin patronal respecto a los riesgos presentes en los centros de trabajo y ejercer un control de calidad sobre las medidas y acciones implementadas respecto a la salud obrera, o sea, forzar la actualizacin y aplicacin del conocimiento existente en las situaciones concretas y acabar con un uso engaoso, parcial y atrasado del conocimiento profesional en este campo. Sin embargo, los avances no resultan tan claramente exitosos cuando se intenta analizar el contenido del conocimiento generado. Es un conocimiento nuevo, en el sentido de revelar nuevos problemas y producir explicaciones innovadoras de carcter general, o es la verificacin del conocimiento existente en situaciones particulares? Se logra una nueva comprensin de la realidad, o se incorporan ms parcelas de la realidad al mapa de lo conocido por una va distinta a la utilizada anteriormente? La respuesta no es unvoca, ya que en una serie de estudios est sugerido un nuevo entendimiento de situaciones concretas, pero no llega a cristalizar en una propuesta generalizable. Parece que se entremezclan respecto a esta cuestin dos elementos. Por una parte hay una ausencia notable de momentos de teorizacin y sntesis que permitan extraer de los estudios particulares lo que tienen de general. Se seala con frecuencia la necesidad de generalizar las experiencias realizadas, pero se entiende como la transmisin y socializacin de los hallazgos de cada estudio y no como un proceso de teorizacin. Por otra parte, a pesar de basar las investigaciones en la subjetividad-experiencia obrera, la teorizacin que subyace a los cuatro grupos de riesgo le impone una especie de camisa de fuerza que conduce la observacin a lo que los grupos dejan ver. 0 sea, se genera una contradiccin en la propia metodologa, ya que al mismo tiempo que enfatiza la potencialidad de la experiencia obrera de revelar la realidad de un modo distinto que la ciencia formal, ordena la experiencia en el molde de sta. Pienso que esta contradiccin pudiera haberse resuelto precisamente a travs de un proceso de teorizacin respecto a los estudios concretos, especialmente en la primera fase, ya que contiene una serie de elementos que sistematizados y generalizados podran haber permitido una reformulacin terica del modelo interpretativo de los Cuatro Grupos de Riesgo, logrando una conceptualizacin desde el horizonte de visibilidad obrera. En ausencia de estos momentos de teorizacin de lo especficamente "otro" de la experiencia obrera, se diluye en mltiples aspectos particulares de situaciones concretas que conducen a la verificacin de la existencia de lo que, en rigor, el conocimiento cientfico formal podra predecir: que en determinadas fbricas, dadas las caractersticas de la produccin, existen determinados riesgos biofsico-qumicos. Es decir, paradjicamente, el Modelo Obrero con todo su nfasis en la

experiencia obrera y en la no-delegacin lleva finalmente al fortalecimiento de la opcin ambientalista que, como ya se seal, es el paso previo a volver a delegar la cuestin de la salud obrera en los tcnicos y a relegarla a un lugar secundario entre las prioridades sindicales. Un segundo problema que sigue de la no-teorizacin de las experiencias investigadoras se hace especialmente visible en la fase de reestructuracin tecnolgica y de reorganizacin del trabajo. All se muestra, por una parte, que al cambiar la realidad fabril, el conocimiento particular, por rico que sea, se vuelve esencialmente intil en cuanto su objeto desaparece y, por la otra, que en tanto no se haya extrado lo que tienen de general las situaciones particulares resulta casi imposible proyectar el conocimiento al futuro en la construccin de propuestas nuevas. Es decir, el conocimiento particular basado en la experiencia es, en el mejor de los casos, un conocimiento fenomenolgico del pasado y del presente hasta que haya pasado por un momento de teorizacin. La no-generalizacin y no-teorizacin del conocimiento, finalmente, lo hace difcilmente desprendible de sus portadores especficos. Deviene en una experiencia personal compartida por varias, o incluso muchas, personas pero no pasa a ser memoria definitiva y patrimonio de clase retornable en aquellos momentos en que los cambios en la correlacin de fuerza permiten de nuevo avanzar las posiciones obreras. Plantearse hoy en Italia en una fase defensiva del movimiento obrero con un marcado reflujo en la movilizacin la lucha por la salud obrera en trminos de un embate general contra la organizacin capitalista del trabajo promete pocas perspectivas de xito inmediato, cuando cuesta lograr, incluso, la eliminacin de los riesgos ms conocidos y mortales. Sin embargo, plantearse que la lucha por la salud obrera se agota con la eliminacin de estos riesgos mostrara un olvido histrico grave y confirmara que la teora y la ciencia son la garanta contra la amnesia de clase, ya que permiten construir una conciencia general desprendible de sus portadores particulares.

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