Jesús y sus discípulos se hallaban reunidos en el salón que le había preparado Heli. Sobre mesa en forma de E sin el palo de en medio, humeaba el cordero Pascual, el Nazareno indico que podía comenzarse el sacrificio. Los apóstoles se...
moreJesús y sus discípulos se hallaban reunidos en el salón que le había preparado Heli. Sobre mesa en forma de E sin el palo de en medio, humeaba el cordero Pascual, el Nazareno indico que podía comenzarse el sacrificio. Los apóstoles se echaron en las camas que rodeaban la mesa la parte exterior; por la interior servían los criados la cena. Jesús ocupo la silla del centro. Juan, el discípulo favorito y de corazón generoso, se sentó a su derecha. Al lado de Juan se sentaron Santiago el mayor, hijo de Zebedeo y hermano de Juan: Jaime, primo de Jesús por parte de su madre; Bartolomé y Tomas el incrédulo, que no creyó en las llagas de Jesús hasta tocarlas. Poco después debía sentarse, junto a Tomas, Judas el traidor, el hijo de la aldea de Iscarioth. A la parte opuesta se sentaron junto a Jesús, Andrés, Judas Tadeo, el discípulo más fiel; después Simón, Mateo, y por último, Felipe, que no esperaba nada bueno del Nazareno. En la mesa solo había tres platos. El del centro contenía el cordero pascual. A la derecha un plato de yerbas amargas, a la izquierda otro de yerbas dulces. Heli había comenzado a trinchar el cordero, pues servía a la mesa en honor a sus huéspedes, cuando Judas, azorado y como el hombre a quien persigue de cerca el remordimiento, entro en el cenáculo, Jesús dirigió una mirada de dulzura al discípulo que acababa de verderle y Judas, sin atreverse a mirar al Maestro divino, fue a sentarse a un extremo de la mesa, al lado de tomas el incrédulo. Jesús toco con sus labios el vino que le acababa de servir Heli y luego rezo en voz baja el padre nuestro que estas en los cielos… Después comenzó la Santa Cena, el futuro mártir estaba triste. De vez en cuando su dolorosa mirada se fijaba con amorosa dulzura en aquel punado de seres que tanto debían padecer por él. Judas no apartaba sus ojos del plato, tenebrosos de encontrarse con la mirada de su maestro. Por fin Jesús exhalo un doloroso suspiro y rompió el silencio diciendo: En verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar. NARRADOR: Los discípulos se miraron los unos a los otros, manifestando el asombro que les causaban las palabras de su Maestro. Aquellas miradas, llenas de profunda tristeza, de universal asombro eran muda preguntas que se dirigían. Aquellos corazones puros no podían comprender tal maldad. ¡Vender a Cristo!, ¡vender a su Maestro!... Era posible, juan fue el primero que se levantó y dijo: Maestro, ¿seré yo por desgracia ese miserable que tú dices? NARRADOR: Jesús respondió sencillamente: Tú, no eres. PEDRO: ¿Soy yo acaso? ¿Acaso me cabe a mí esta desgracia? ¿Seré yo ese infame? NARRADOR: Judas hundido en su venganza, comía y callaba, Jesús continuo: El que mete conmigo la mano en el plato ese es el que me entregara. NARRADOR: Al decir Jesús estas palabras, se hallaban en el plato las manos de tres discípulos. Los tres se miraron absortos; pero en ese momento una sola frente se ruborizo; la de judas Iscariote. NARRADOR: Cristo contemplo un momento la turbación del traidor y el asombro de los leales, y dijo con su bondad nunca desmentida: El hijo del hombre ha de ser entregado, como está escrito; pero hay de aquel por quien seré entregado; ¡más le valiera no haber nacido! NARRADOR: Todas las miradas se fijaron en el traidor Judas, porque era el único que no había dirigido ninguna pregunta a Jesús. El Iscariote conoció que era preciso decir algo que dejara satisfechas aquellas miradas que encerraban una reconvención muda. Revistiose la serenidad e incorporándose sobre la mesa, pregunto con voz entera: ¿Soy yo por ventura, Maestro? NARRADOR: El nazareno detuvo un momento su dulce mirada en la ceñuda y amenazadora frente de su discípulo. En sus ojos dulces y amorosos apareció una lágrima y conque voz resonó hasta en lo más recóndito de las almas de sus discípulos, dijo sencillamente: Tú lo has dicho, judas tú eres. NARRADOR: Y Jesús entrego al traidor un trozo de pan, símbolo de la reconciliación. Entonces judas arrojándolo con fuerza al suelo salió precipitadamente de la sala, arrancándose los cabellos y gritando: JUDAS: ¡Soy un miserable! ¡Soy un miserable! ¡Soy un miserable! NARRADOR: Hubo un momento de pausa. Aquella escena conmovió a los discípulos. Jesús, tranquilo, y olvidando el peligro que le anunciaba la rabia de Judas, partió el pan y distribuyéndole entre sus discípulos les dijo: Tomad y comed esto es mi cuerpo. NARRADOR: Después Jesús tomo el cáliz, aplico a él sus labios y lo entrego a los discípulos diciendo: Tomad y bebed todos de él porque esta es mi sangre del nuevo testamento que será derramada para el perdón de los pecados. NARRADOR: Los discípulos bebieron. Cuando terminaron Jesús hizo una segunda libación, ofreciéndoles después el cáliz a sus discípulos. Jesús entonces bajo de la mesa y, quitándose el manto que embarazaba sus brazos, se encamino con paso tranquilo a un extremo de la sala en donde veiase una toalla de lienzo, dos ánforas de cobre y un lebrillo del mismo metal. Dos criados de Heli entregaron la toalla a Jesús, que se la ciño a la cintura, dejando un extremo colgando como un delantal. El nazareno se acercó a Pedro, y dijo: Amado Pedro, voy a lavarte los pies. PEDRO: ¿Qué tú me vas a lavar los pies, maestro…? NARRADOR: Y Jesús le contesto: Cuando el espíritu Santo, mande la luz de la inteligencia sabrás porque hago esto. El que no me obedezca será excluido del número de mis ovejas. NARRADOR: Pedro, que amaba a Cristo entrañablemente, se dejó lavar los pies, Jesús lavó uno por uno los pies de sus discípulos. Luego, dejando el lienzo en su sitio y colocando el manto gris sobre sus hombros, volvió a sentarse en la mesa y dijo de este modo: Amados míos, lo que yo he hecho con vosotros debéis hacerlo con vuestros hermanos para ganar el reino de los cielos. En verdad os digo: el ciervo no es mayor que su señor ni el enviado es mayor que aquel que lo envió: si esto hacéis comprenderéis la necesidad que tiene el hombre de humillarse ante sus semejantes por pequeños que sean, bienaventurados seréis si así lo hicisteis. Hijos míos, aun permaneceré algunas horas con vosotros; mas luego me buscareis y no me encontrareis, porque donde yo voy vosotros no podéis venir. Un mandamiento nuevo os doy no lo olvidéis nunca: amaos los unos a los otros como yo os he amado. No separéis de vuestro corazón la caridad, que en eso os conoceré desde arriba por mis discípulos jamás deis entrada en vuestro corazón a la avaricia: tratad a los demás hombres como queréis que ellos os traten, sed siempre hermanos todos. NARRADOR: Jesús se detuvo, inclino su radiosa frente sobre el pecho y un suspiro se escapó de sus labios. Pedro cuyo carácter era noble e impetuoso no estaba conforme con la separación que acababa de anunciarle el maestro, aprovechando aquella corta pausa, exclamo: NARRADOR: Entonces la bóveda de la gruta se abrió como para dar paso a las palabras del futuro mártir. Un rayo de luz esplendorosa descendió de los cielos. Aquella luz baño con sus divinos rayos el cuerpo de Jesús que permanecía orando con el rostro en pesado a la tierra. Aquel rayo de luz celestial lleno de valor el corazón de Jesús. Se puso en pie y dijo con tranquilo acento: Cúmplase lo que de arriba emana: estoy dispuesto. NARRADOR: Entonces se abrió la tierra y se apareció en la gruta el arcángel tentador llevaba el traje blanco de los esenios y la sonrisa irónica de los réprobos brillaba en sus labios. ANGEL MALO: Aquí estamos, por segunda vez venimos a ofrecerte nuestra protección: tu hora se aproxima ¿estas resuelto a morir por salvar las iniquidades del género humano? NARRADOR: Respondió tranquilamente. Si, mi sangre lavara el pecado nefando de la humanidad y su cruz será la llave de la redención. ANGEL MALO: ¿Vas a echar sobre tus hombros el crimen de Caín? Si, cargare con todos los crímenes de la humanidad. ANGEL MALO: Escucha pues la sangrienta historia de esa raza que quieres salvar con tu sangre inocente y dime después si es digna de tan heroico sacrificio. Crucemos sin detenernos por un inmenso mar de sangre que cubren las gigantescas olas del diluvio universal y toda la historia está llena de crímenes, tentaciones, homicidios, robos, adulterios, guerras y odios. La sangre de los hombres ha ensuciado todos los lugares de la tierra con la tuya ¡oh Jesús! Manchara en breve la cumbre del Gólgota y, ¿por esa raza de ¡He! Menos voces, mi ilustre amo, no falta a lo prometido. Te he dicho que cuando Jesús de nazareth este en nuestro poder serás libre, pero hasta entonces tu no respondes de él. NARRADOR: Judas conociendo que toda resistencia sería inútil, se detiene. Pues ya algunos comenzaban a amenazarle con las lanzas se dejó atar. La nocturna partida que llevaba la vergonzosa comisión de prender a prender, salió del palacio de Anas. Delante iba judas atado y Malco llevando cogido el cabo de los cordones con la mano derecha. Después seguían cuatro criados del pontífice con antorchas encendidas y fuertes garrotes en la mano. CENTURION: ¿Qué sucede? Allí veo al hombre a quien buscamos, desatadme, para que puede acercadme a él. Pero allí veo a dos hombres ¿Quién de ellos es? Aquel quien yo de un beso en la mejilla ese es, aprendedle. NARRADOR: Malco desato a judas y este avanzo algunos pasos. Jesús se levantó como para esperarle. El apóstol traidor llego hasta donde estaba su maestro y le dijo con acento cariñoso. Dios te guarde maestro. Amigo, ¿a qué has venido? NARRADOR: Judas rodeo con sus brazos el cuello de Jesús y estampo un beso cariñoso en la mejilla de aquel, a quien acababa de vender tan miserablemente. Judas, ¿con beso entregas al hijo del hombre? NARRADOR: Jesús viendo el tropel que se acercaba, pregunto con cariñoso acento: ¿A quién buscáis? NARRADOR: Malco y algunos ancianos le contestaron. A Jesús el nazareno. NARRADOR: Dijo con majestad cristo, avanzando un paso. Yo soy. NARRADOR: los soldados retrocedieron como si aquella voz le hubiera herido mortalmente en el pecho. ¿A quién buscáis? A Jesús de Nazareth. NARRADOR: Jesús avanzo otro...